
El magnate aseguró que forzaría a la compañía a hacer lo que Steve Jobs aseguró nunca pasaría.
Los Ángeles, (ENTRAVISION).- Entre las tantas promesas disparatadas del precandidato republicano a la presidencia Donald Trump, está la de obligar a Apple a que regrese su producción a los Estados Unidos, algo que Steve Jobs aseguró que nunca pasará.
¿CÓMO PIENSA LOGRARLO?
Según afirmó el magnate esta semana, lograría esa increíble hazaña agregando un impuesto del 35% a todos los productos extranjeros, recuperando así los trabajos que, de acuerdo a lo que ha dicho durante toda su campaña, China le ha robado a los Estados Unidos.
¿CUÁLES SERÍAN LOS OBSTÁCULOS?
El dinero sería, obviamente, el mayor obstáculo de esta medida que muchos expertos encuentran risible, pero no sería el único.
Cuando el presidente Barack Obama le pregunto a Steve Jobs en el 2011 por qué esos trabajos no pueden regresar a los Estados Unidos, Jobs fue contundente: "Esos trabajos jamás regresarán".
Según explicó Jobs, la velocidad, conocimiento y flexibilidad de los trabajadores extranjeros han superado a la de los nacionales. "No hay una planta estadounidense que pueda competir con [ellos]", dijo.
Además, está la cuestión de la cantidad. Aunque quisieran repentinamente mover la producción a Estados Unidos, el país no puede proveer el mismo número de ingenieros industriales que China ofrece.
¿CUÁNTO COSTARÍA?
En el caso hipotético de que sí se contara con el personal necesario para el colosal cambio, el costo de la mano de obra sería exorbitante.
El salario mínimo mensual de un empleado en una de las fábricas mejor pagadas de China es de aproximadamente 300 dólares. Considerando que en los Estados Unidos el salario mínimo va de 5 a 15 dólares la hora dependiendo de la ciudad, el costo mensual por empleado sería de aproximadamente 1,200 dólares.
¿QUIÉN TERMINARÍA PAGANDO?
Aunque es innegable que a Apple no le falta dinero, los gastos de mover su producción a los Estados Unidos serían demasiado para la compañía y sería el consumidor quién terminaría pagando la diferencia.
Además, no se trataría de pagar más solo por un iPhone, sino por todos los productos importados.
También, aquellos que trabajan fabricando productos consumidos en China seguramente pagarían por esta medida con sus trabajos pues los chinos no se quedarían de brazos cruzados y seguramente responderían con sus propios incrementos de aranceles.