El acuerdo en la Casa Blanca este lunes sobre el siguiente paso —una reunión bilateral entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el de Ucrania, Volodymyr Zelensky— pareció ser ampliamente unánime. Pero luego vino la respuesta rusa.
“Se discutió la idea de que sería apropiado estudiar la posibilidad de elevar el nivel de los representantes de las partes rusa y ucraniana”, declaró el asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, al informar a la prensa sobre la llamada del presidente de EE.UU., Donald Trump, a Putin. No se mencionó a ninguno de los líderes por su nombre ni se indicó que los “representantes” pudieran ascender a ese nivel.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, adoptó un tono más conciliador en una entrevista televisiva estatal el martes por la tarde. “No rechazamos ninguna forma de colaboración, ni bilateral ni trilateral”, insistió. Sin embargo, “cualquier contacto con altos funcionarios debe prepararse con sumo cuidado”.
En el lenguaje del Kremlin, eso significa que no están ni de lejos dispuestos a aceptarlo.
Y esto no debería sorprendernos.
Esta es una guerra que Putin inició al reconocer unilateralmente la independencia de un territorio ucraniano (las autodenominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk). Ha argumentado que Ucrania es “parte inalienable de la historia, la cultura y el espacio espiritual de Rusia”, y que su separación de Rusia constituye un error histórico.
Así que, si esta reunión se lleva a cabo –como lo expresa Orysia Lutsevich, directora del programa Rusia y Eurasia de Chatham House– Putin “tendrá que aceptar el fracaso de sentarse con un presidente al que considera una broma de un país que no existe”.
También, argumentó, sería un cambio radical de tono, difícil de explicar al pueblo ruso. “(Putin) ha manipulado tanto a los rusos en la televisión estatal, diciéndoles que Zelensky es un nazi, que Ucrania es un estado títere de Occidente… que Zelensky es ilegítimo, ¿por qué de repente le habla?”
El Kremlin no solo cuestiona sistemáticamente la legitimidad del líder ucraniano, obsesionado con el aplazamiento de las elecciones en Ucrania, ilegal bajo la ley marcial, sino que en su último memorando de “paz” exige que Ucrania celebre comicios antes de la firma de cualquier tratado de paz definitivo.
Putin y otros funcionarios rusos rara vez se refieren a Zelensky por su nombre, prefiriendo en cambio el mordaz apelativo de “régimen de Kyiv”.
Y no olvidemos que fue Zelensky quien viajó a Turquía para las primeras conversaciones directas entre ambas partes a mediados de mayo, solo para que Putin enviara una delegación encabezada por un escritor de libros de historia.
Tatiana Stanovaya, investigadora senior del Carnegie Rusia Eurasia Center y fundadora de R.Politik, que ofrece noticias y análisis sobre Rusia, sostiene que si bien Putin no considera que una reunión con Zelensky sea crítica en una guerra que para Rusia se trata más de confrontar a Occidente que a Ucrania, aún podría aceptar la cita si pensara que sería exitosa.
“Las demandas clave deben estar sobre la mesa y Zelensky debe estar dispuesto a hablar de ellas”, declaró a CNN en una entrevista este martes.
Hasta el momento, Zelensky ha descartado esas demandas clave, que incluyen ceder territorio que Ucrania aún controla. Pero Putin, argumentó, ve a Trump como la clave para cambiar eso.
“Trump es visto como un facilitador de la visión rusa del acuerdo y por eso se supone que Estados Unidos debe trabajar con Kyiv para presionarlos a ser más flexibles, a estar más abiertos a las demandas rusas”, opinó.
Stanovaya sugirió que Rusia podría intentar mantener a Estados Unidos de su lado siguiendo las sugerencias de Ushakov y proponiendo una nueva ronda de conversaciones en Estambul, pero con una delegación de alto nivel, que quizás incluya al propio Ushakov y al ministro de Asuntos Exteriores, Lavrov.
Sin embargo, no se arriesgará a una “emboscada” sentándose con Zelensky solo para descubrir que todas sus demandas son rechazadas.
Trump terminó su día del lunes publicando en Truth Social que había “iniciado los preparativos para una reunión… entre el presidente Putin y el presidente Zelensky”. Para cuando se despertó y conectó al programa matutino de Fox News el martes por la mañana, parecía haberse dado cuenta de que no era un trato cerrado. “Lo organicé con Putin y Zelensky, y, ya saben, ellos son los que tienen la última palabra. Estamos a 11.000 kilómetros de distancia”, dijo.
Putin no tiene motivos para ceder en este momento. Tras no haber hecho ninguna concesión, ha sido recompensado con una gran cumbre en Alaska, el retiro de la exigencia de Trump de firmar un alto el fuego antes de las conversaciones de paz y el desmoronamiento de todos los ultimátums sobre sanciones hasta la fecha.
Tras haber reducido ligeramente la escala de los ataques nocturnos con drones contra ciudades ucranianas en lo que va de agosto, Rusia los intensificó este lunes por la noche, cuando disparó 270 drones y 10 misiles.
Si la presión de Trump sobre Zelensky aún no ha dado los resultados que Moscú desea, siempre puede recurrir a la fuerza militar.
El único factor impredecible para Rusia en este momento es a quién culpará Trump cuando fracase este último esfuerzo de paz.
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