Esta semana, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, envió un mensaje claro a Ucrania y sus aliados europeos: Moscú puede seguir adelante, porque tenemos amigos poderosos.
El líder ruso estuvo codo a codo en varios eventos en China con los hombres que le han permitido librar su guerra contra Ucrania durante tanto tiempo y con tanta ferocidad: el presidente de China, Xi Jinping, el primer ministro de India, Narendra Modi, el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un.
Más de tres años después de lo que Putin alguna vez creyó que sería una rápida toma de control de su vecino mucho más pequeño y débil, Rusia sería incapaz de sostener la lucha sin el dinero chino e indio, las armas iraníes y, en menor medida, la mano de obra de Corea del Norte.
Pero el mensaje de la cumbre y del desfile militar organizado por China esta semana fue mucho más allá de la guerra en Ucrania.
Puede que los líderes reunidos en China no estén de acuerdo en todo. Algunos ni siquiera se lleven muy bien. Pero ven la oportunidad única de acabar con el dominio occidental del escenario global. Y Europa teme estar en la línea de fuego.
La cumbre fue un duro recordatorio visual de por qué Europa debe replantearse su seguridad. Ha pasado los últimos años intentando aislar al líder ruso y socavar su economía, al tiempo que asumía que Estados Unidos podría ya no ser el aliado al que siempre puede recurrir.
Sin embargo, allí estaba Putin, junto a algunos de los hombres más poderosos del mundo, reafirmando sus amistades.
“Rusia está intentando demostrar que, aunque ha estado aislada del mundo occidental, aún cuenta con socios y aliados que son países económicamente fuertes… Y este aislamiento no significa que la economía rusa se desmoronará ni que Rusia será incapaz de sostener su esfuerzo bélico”, declaró a CNN Natia Seskuria, investigadora asociada del Royal United Services Institute (RUSI).
El orden internacional que se estableció después del fin de la Guerra Fría claramente corre el riesgo de desmoronarse.
Estados Unidos se ha retirado del escenario global bajo el presidente Donald Trump y su agenda de “America First”. Mientras tanto, Europa lucha contra sus propios demonios, incluyendo un auge del nacionalismo de extrema derecha y presiones económicas.
Rusia, China, India y otros países a los que no les gustaba la idea de un mundo dominado por Estados Unidos de repente vieron una oportunidad.
“El dominio establecido de la alianza occidental en asuntos internacionales está retrocediendo, y ven la oportunidad de comenzar a rediseñar, de manera seria, el sistema internacional”, dijo a CNN John Lough, jefe de política exterior del grupo de expertos New Eurasian Strategies Centre.
Esta semana estas ambiciones han quedado al descubierto para que todo el mundo, incluido Trump, las vea.
Trump sí captó el mensaje. “Por favor, transmita mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y a Kim Jong Un, mientras conspiran contra Estados Unidos de América”, escribió en un mensaje a Xi.
A pesar de todas las recientes muestras de apoyo y sonrisas, el enfoque de China e India hacia la guerra de Rusia en Ucrania está dominado por el pragmatismo, dicen los analistas.
Ambos profesan constantemente su neutralidad respecto a la guerra, aunque al mismo tiempo la fomentan brindando asistencia financiera a Rusia.
China e India se mostraron más que felices de invertir cuando los aliados occidentales de Ucrania impusieron sanciones al petróleo ruso, una fuente clave de ingresos para Moscú.
Como resultado, obtienen suministros energéticos más baratos, pero los expertos dicen que la relación no es solo una cuestión de dinero.
Si bien ni China ni India están dispuestas a entrar en una confrontación directa con Occidente, ambas están felices de ver a Rusia impulsando una agenda antioccidental.
“China está mucho más cerca de Rusia en cuanto a multipolaridad y a la disminución de la influencia occidental en general. Existe una afinidad ideológica y también un interés puramente económico”, afirmó Seskuria.
Lough afirmó que la ofensiva rusa contra el orden mundial dominado por Estados Unidos también encaja con la narrativa india. “Creo que a los indios no les molesta ver a Rusia impulsando esta agenda de defender el Sur Global y asegurar que el sistema de gobernanza global se adapte a las economías emergentes con grandes poblaciones”, declaró a CNN.
Beijing y Delhi son actualmente los dos mayores compradores mundiales de petróleo y carbón rusos, y China es también el segundo mayor cliente de productos derivados del petróleo y el gas de Rusia.
El apoyo va más allá del petróleo. Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, empresas chinas e indias han estado suministrando a Rusia las llamadas tecnologías de doble uso, o componentes que pueden utilizarse tanto para fines civiles como militares, como chips o equipos de telecomunicaciones que Rusia no puede obtener de otros lugares debido a las sanciones occidentales.
“Basta con mirar la cantidad de componentes chinos en los drones rusos que aterrizan en Ucrania para ver que China es realmente un proveedor muy importante”, añadió Lough.
Mientras tanto, Ucrania y sus aliados europeos no están dispuestos a descartar por completo a India y China, porque son conscientes de que si alguien puede ejercer una presión real sobre Putin para poner fin a la guerra (en ausencia de una acción más dura de Trump), es probable que sea Beijing y, quizás en menor medida, Nueva Delhi.
Mientras tanto, Corea del Norte e Irán se han mantenido firmes del lado de Rusia. Ya sancionados y aislados por Occidente debido a sus programas nucleares y otras actividades, tienen poco que perder.
Irán fue particularmente útil a Moscú en los primeros meses de la guerra, proporcionándole conocimientos para aliviar el dolor de las sanciones, dijo Lough.
Fundamentalmente, Irán también proporcionó equipo militar muy necesario, incluida el arma que ha alterado significativamente la forma en que Moscú lucha en Ucrania: el avión no tripulado Shahed.
Los dos países incluso firmaron un nuevo acuerdo de asociación y lanzaron ejercicios militares conjuntos.
Sin embargo, Teherán ha aprendido por las malas que cualquier alianza con Rusia tiene límites claros.
Putin no acudió en ayuda de Irán cuando este fue atacado por Israel y, posteriormente, por Estados Unidos este verano. Y más allá de brindar una salida segura al expresidente sirio Bashar al Assad, otrora un aliado clave tanto de Rusia como de Irán, Putin no intervino cuando el régimen de Assad fue derrocado en diciembre.
Para Corea del Norte, aislada y empobrecida, la relación con Rusia sigue siendo puramente transaccional, afirmó Seskuria. Rusia necesita hombres, y Corea del Norte es posiblemente el único país que, políticamente, puede permitirse enviar a su propia gente a luchar en una guerra que se ha caracterizado por una tasa de bajas enormemente alta en el bando ruso.
“No tienen mucho que perder, en el sentido de que no hay opinión pública ni ninguna resistencia que pueda ir contra la decisión de Kim de enviar tropas a Ucrania”, dijo Seskuria.
La cálida bienvenida que recibió Putin en China, sumada al poderío militar y diplomático demostrado durante la cumbre y el desfile militar, tuvieron como objetivo transmitir un mensaje.
“Aquí tenemos este símbolo de un grupo de países que no son mejores amigos como tales, pero tienen intereses estratégicos comunes y que son capaces de alinearse y mostrar a Estados Unidos y sus aliados que son una fuerza a tener en cuenta”, dijo Lough.
“Esto es inquietante, por decir lo menos, y algunos dirían que perturbador, pero entonces hay que preguntarse hasta qué punto es sostenible esto”, cuestionó.
Los cambios que representaron los acontecimientos en China no se produjeron de la noche a la mañana. Puede que Europa quedara sorprendida cuando Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania, pero ha cambiado desde entonces.
“Estamos empezando a ver ahora de qué están hechos los europeos y, en términos de desarrollo de defensa en Europa, podemos ver algunos cambios notables”, dijo Lough.
Cosas que habrían sido impensables hace apenas unos años (como que Alemania modificara su constitución para aumentar el gasto de defensa o que Suecia y Finlandia, firmemente neutrales, se unieran a la OTAN) ahora están sucediendo debido a los cambios geopolíticos que se pusieron de manifiesto esta semana.
Si bien la camaradería de Putin con Xi y Modi puede haber provocado cierta incomodidad en muchas capitales europeas, el grupo se formó por una combinación de necesidad, pragmatismo económico y oportunidad, dicen los analistas.
“Es una relación muy funcional, que no se basa en un fuerte afecto mutuo. Es una alianza de intereses, más que una alianza de países”, dijo Lough, añadiendo que los intereses pueden cambiar y que pueden suceder muchas cosas en los próximos tres años y medio de la presidencia de Trump.
“No estamos en una etapa en la que de repente se acabe el partido porque un grupo de líderes que no nos gustan se hayan reunido en China para una gran celebración”, indicó.
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