Del «pequeño Marco» al alfil de Trump: el proyecto detrás de la estrategia política de Marco Rubio

Los padres de niños pequeños cuentan con una herramienta poderosa, ante cuestionamientos sobre su autoridad o preguntas difíciles de responder: “Porque yo lo digo”. Kriptonita pura. El mismo principio parece ser el que usa el actual Gobierno de Estados Unidos: si lo dice Donald Trump, así es.

Y Marco Rubio es quien mejor interpreta ese principio. Lo demostró recientemente al explicar el ataque militar contra una lancha rápida en el Caribe, del que se conocen muy pocos detalles, más allá de lo publicado por Trump en redes sociales, en donde afirmó que era una embarcación utilizada por la organización criminal Tren de Aragua para transportar narcóticos. “Designó a estos grupos como grupos terroristas, que es lo que son, y ayer tuvo la oportunidad en aguas internacionales para eliminar una amenaza directa a la seguridad del pueblo norteamericano. Y eso es lo que hizo y está dispuesto a hacerlo de nuevo, porque este es un presidente que ha sido muy claro que fue elegido en base a esa promesa y la va a cumplir”, dijo el secretario de Estado.

Roberto Rodríguez Tejera, veterano periodista político del sur de la Florida, cubre a Rubio desde que este incursionó en la política en 1996 en el consejo de West Miami, una pequeña municipalidad del condado Miami Dade. No le sorprende su ascenso, que lo llevó a la legislatura de la Florida, al senado federal y ahora al Departamento de Estado, por su capacidad para adaptarse a las circunstancias.

De rival acérrimo de Trump, quien lo bautizó con el remoquete de “pequeño Marco” (mide 1,78 metros contra los 1,90 m del mandatario), pasó a ser una de las estrellas de su Gabinete. Además de secretario de Estado es Asesor de Seguridad Nacional. “Esa es la característica, esa es la personalidad de Rubio. Rubio tradicionalmente lo que ha hecho es utilizar cualquier mecanismo para favorecerse a él. Y lo que él está haciendo en este momento es interpretar a Trump. Y no solo interpretarlo, sino ejecutar lo que él cree que Trump quiere para ganarse su favor”.

No siempre fue así. En 2016 lo describió como un “estafador, peligroso y temerario que perjudicaría a Estados Unidos” En una de sus disputas más trumpianas, se burló del tamaño de las manos de su entonces rival, asegurando que para alguien de 1,90 m de estatura, Trump tenía las manos de una persona de apenas un 1,57 m y cerró con un insulto de adolescente en el patio de la escuela, “¿sabes lo que dicen sobre los hombres con manos pequeñas? No puedes confiar en ellos, no puedes confiar”, a lo que Trump respondió a lo Trump, y el titular de CNN lo explica bien: “Donald Trump defendió el tamaño de su pene”. Rubio le dijo a CNN ese mismo año que se había disculpado con su actual jefe .

Marco Rubio es el único exsenador del actual Gabinete de Trump y llegó tras pertenecer a la Comisión de Relaciones Exteriores. Allí también se vio su evolución: en 2012, en un discurso en el Instituto Brookings, centro de estudios de línea conservadora, advirtió sobre los riesgos del autoritarismo, pero reconoció que los líderes de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador —en ese momento el presidente era Rafael Correa— habían sido elegidos democráticamente. En abril de 2015, cuando lanzó su campaña para la candidatura presidencial republicana de 2016, reclamó que Estados Unidos recuperara el liderazgo global y rechazó la “erosión de la democracia y los derechos humanos en el mundo, especialmente en Cuba, Venezuela y Nicaragua”.

Por eso, como secretario de Estado no sorprende su retórica sobre Nicolás Maduro, a quien en Ecuador calificó como “un terrorista narcotraficante”. “Y no lo digo yo, lo dice un jurado investigador en el estado de Nueva York”, remató. En marzo de 2020, el Departamento de Justicia reveló que existían cargos por narcotráfico contra Maduro y otros funcionarios de su Gobierno, pero el mismo comunicado destaca que son “acusaciones”, es decir, es un pliego de cargos, por lo que prevalece la presunción de inocencia.

La habilidad de Rubio para adaptarse a la volatilidad de Trump es evidente. Aunque es el encargado de la diplomacia estadounidense, temas clave como la guerra en Ucrania o la crisis en Gaza los maneja Steve Witkoff, multimillonario amigo personal del presidente, quien en la última reunión de gabinete aseguró que no había nadie mejor calificado que Trump para recibir el Nobel de Paz, desde que existe el premio.

En lo que respecta a Venezuela, Rubio tiene competencia: Richard Grenell, exdiplomático y hombre cercano a Trump, quien se reunió con Nicolás Maduro en Caracas en enero y regresó con 6 estadounidenses que estaban retenidos en Venezuela.

Grenell destrabó así un tema clave: garantizar que Venezuela siga recibiendo deportados. “Tienes a personas como Rick Grenell, que han convencido al presidente de ser transaccional, de autorizar que Chevron pueda continuar a operar y que el dinero que viene de las operaciones de Chevron sí se puedan ser utilizadas por el régimen de Maduro”, explica Jana Nelson, exsubsecretaria de defensa durante el Gobierno Biden: “Entonces tienes a una persona que ve la relación con Venezuela de manera muy transaccional y con beneficios financieros de Estados Unidos y otra persona que lo ve de manera ideológica, que sería el secretario Marco Rubio. Uso la palabra ideológica no de manera negativa, sino que es él quien tiene una filosofía de cómo se debe manejar Venezuela y Cuba, por ejemplo, y bajo esa filosofía es que toma sus acciones”.

Uno podría suponer que Rubio, quien parece vivir en constante campaña política, usa su retórica sobre Venezuela para conquistar el electorado hispano. Pero, de ser así, sus acciones se limitan a convencer a su público tradicional: los cubano-estadounidenses del sur de la Florida y los venezolanos, comunidad de reciente crecimiento, pero aún limitado poder político.

Sus declaraciones sobre Venezuela y Maduro, que reciben mayor difusión en los medios del sur de la Florida y de la región que en Estados Unidos, lo mostrarían como alguien consistente y que cumple con su palabra. Pero quienes lo conocen y han seguido su carrera, lo ven de otra manera: el proyecto de Marco Rubio es Marco Rubio. Estrategia que, hasta ahora, le ha funcionado muy bien y que lo tiene como protagonista de las grandes ligas de la política estadounidense.

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