Liliana Valverde pasó cuatro horas rezando frente a la tumba de Carlo Acutis, conocido como el primer “santo millenial”, después de que su hija Valeria sufriera un trauma cerebral al caer de su bicicleta en Florencia, Italia, donde estudiaba.
“Los milagros existen, mi hija es un claro ejemplo de que hay milagros todos los días. Mi hija se salvó, obviamente gracias a la ciencia médica, pero (también) por un milagro que hizo Carlo Acutis que intermedió ante Dios para que se curara”, dijo Valverde este domingo durante una conferencia de prensa.
La Iglesia Católica atribuyó la sanación de la joven de Costa Rica a Acutis y como uno de los milagros que hicieron posible su canonización, un proceso que ha sido inusualmente rápido, considerando que suele durar siglos y exige un riguroso examen de vida.
Este domingo, ante una multitud de jóvenes en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV declaró santo a Carlo Acutis, en la que fue la primera canonización de su pontificado. Después del emotivo evento, la madre de Valeria pudo compartir por primera vez cómo vivieron aquellos días que cambiaron sus vidas para siempre.
En julio de 2022, Valeria, una joven costarricense que estudiaba Fashion Business en Florencia, cayó de su bicicleta y sufrió un trauma craneal severo. Llegó al hospital en estado crítico y, según Valverde, los médicos daban 36 horas para evaluar si había muerte neurológica.
En medio de la angustia y la desesperación, su madre decidió viajar más de tres horas en tren hasta la iglesia de Santa Maria Maggiore en Asís, Italia, para orar ante la tumba de Carlo Acutis, un joven que fue beatificado en 2020. “Si alguien me pregunta qué me hizo tomar la decisión, yo no tengo una respuesta racional. Yo nada más sentí algo”, dijo.
Estuvo allí durante cuatro horas, en silencio, rezando. Días después, los médicos dijeron a su familia que el cerebro de Valeria, que estaba inflamado, se había desinflamado por completo. Contra todo pronóstico, dijo su madre, no necesitó rehabilitación física ni cognitiva. Se había recuperado por completo.
“Nosotros no éramos católicos practicantes”, dijo. “Carlo no solo salvó a mi hija. También me devolvió la fe”, agregó Valverde conmovida.
Carlo Acutis, un adolescente italiano aficionado a los videojuegos y los animales, murió de leucemia en 2006. Tenía solo 15 años. Antes de su muerte, utilizó sus conocimientos de informática para crear un sitio web en el que recopiló supuestos milagros eucarísticos, con el objetivo de difundir la fe católica en el entorno digital.
Apodado “el influencer de Dios”, Acutis se convirtió este domingo en el primer santo “millennial” de la Iglesia. Frecuentemente representado con jeans, camiseta y tenis, es visto por muchos jóvenes como un modelo cercano y actual.
Su primer milagro reconocido ocurrió en Brasil: la sanación de un niño que tenía un defecto congénito que le impedía comer con normalidad. El segundo, según el Vaticano, fue la recuperación de Valeria en Italia, tras la oración de su madre.
“Creo que Carlo es un personaje más allá de un influencer o un millenial o lo que quieran indicar de él. Fue un chico que nació con una gran mística, con un gran ángel, pero también es un chico que nos demuestra que podemos tener una vida normal y podemos acceder a la santidad haciendo cosas muy pequeñas”, dijo Valverde.
El camino de Acutis hacia la santidad ha sido inusualmente rápido, considerando que este proceso suele durar siglos y exige un riguroso examen de vida, así como la verificación de al menos dos milagros atribuidos a su intercesión, evaluados por expertos médicos y teólogos del Vaticano.
A pesar de su popularidad, la canonización de Acutis ha generado algunas críticas. Hay quienes consideran que su figura ha sido utilizada para promover una teología “problemática” y retrógrada.
Otros cuestionan el contenido del sitio web que creó, que recopilaba informes de milagros relacionados con la eucaristía para promover la creencia católica de que durante la misa el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo (aunque las apariencias de pan y vino permanecen). El sitio de Acutis informaba sobre incidentes en los que la hostia –el pan utilizado en el rito– comenzaba a sangrar o incluso mostraba tejido vivo.
Valverde soñaba con poder conocer a Antonia Salzano, la madre de Carlo. El día que finalmente la abrazó, en Asís, sintió que estaba cerrando un círculo.
“Para mí era lo más cercano que yo podía estar de Carlos”, recordó. “Cuando la conocí en Asís, le di un abrazo fuertísimo. La abracé por mucho rato. Ella se quedó muy asustada porque, obviamente, los latinos tenemos diferentes personalidades”.
Fue uno de los momentos más emotivos que vivió en este proceso, confesó. Un encuentro entre dos madres unidas por la fe y el dolor.
Para Valverde, el mayor milagro no fue solo la recuperación de su hija, sino verla volver a su vida con normalidad. Valeria está por comenzar una maestría, después de haberse graduado y trabajado en Milán.
Durante la misa de canonización, fue ella quien leyó en voz alta ante miles de personas. “Lo vivió con una paz increíble”, contó su madre. “Ella lo ve como un regalo”.
Liliana Valverde también quiso dejar un mensaje especialmente dirigido a los jóvenes de Costa Rica y del mundo: “Vivir con fe y con la confianza de que Dios es misericordioso y bueno hace que la vida sea mucho más llevadera y gratificante”.
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