¿Cómo llegó a Argentina el cuadro robado durante el nazismo? La historia de Friedrich Kadgien

Todo comenzó con un aviso inmobiliario, que podría haber pasado desapercibido, como uno más de las tantas propiedades en venta en Mar del Plata, destino vacacional de muchos argentinos. Pero unos periodistas holandeses detectaron algo más: en la publicación aparecía un cuadro que habría sido robado durante la ocupación nazi en Europa. ¿Cómo llegó esta obra al living de una casona de esta popular ciudad balnearia?

“Retrato de una dama”, del artista italiano Giuseppe Ghislandi, la obra que se podía ver inicialmente en el aviso inmobiliario, según reportó el periódico holandés Algemeen Dagblad, fue traído a Argentina por Friedrich Kadgien, según confirmaron los investigadores e historiadores consultados por CNN. Kadgien puede resultar un desconocido para el gran público, pero tuvo un papel destacado en la economía del regimen nazi y terminó sus días en Mar del Plata, donde hoy vive una de sus hijas, Patricia. Ella enfrenta una investigación judicial luego de que se diera a conocer que ese cuadro estaba en su casa.

“Friedrich Kadgien fue un joven de las SS que subió muy rápido en la jerarquía por estar muy cerca de Hermann Göring (el comandante en jefe de la fuerza aérea de la Alemania nazi). Él demostró ser muy rápido con los números, entendió cómo reducir y transformar en efectivo los bienes de expropiados de los judíos”, explica a CNN Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina.

“Como experto financiero, Kadgien trabajó en las más altas esferas de la administración estatal nazi y dirigió una Oficina de Divisas, que desempeñó un papel clave en la guerra de Hitler”, explica Zoltán Kékesi, historiador húngaro del Centro de Estudios sobre la Violencia Colectiva, el Holocausto y el Genocidio de la University College de Londres. “Esta Oficina se encargaba de convertir las propiedades saqueadas, incluidas las judías, en moneda para financiar la guerra. A través de su cargo, Kadgien estuvo involucrado en la guerra de Hitler y el Holocausto de maneras que lo califican como un supuesto ‘Schreibtischtäter’, una expresión alemana que se traduce como ‘perpetrador de escritorio’”, agrega.

“Por ejemplo, cuando llegaron a París los nazis, él fue directamente a los bancos a sacar los libros y poder ver dónde había bonos, dónde había acciones de sociedades para poder reducir y transformar todo en dinero”, añade Gelblung.

En el mismo sentido, desde el Museo del Holocausto de Buenos Aires, el historiador Bruno Garbari profundiza: “Kadgien canalizó parte de los bienes saqueados (arte, joyas, activos financieros) hacia las arcas del Reich y las colecciones privadas de jerarcas nazis”.

Aunque, según los historiadores e investigadores sobre esa época, Kadgien no fue un “cazador de arte” directo, como Bruno Lohse, sindicado como “comisario de arte” al servicio de Göring, o su asesor artístico principal Walter Hofer, “Kadgien operaba en los circuitos financieros que blanqueaban y trasladaban activos expoliados”, explica Garbari.

En 1945 huyó de Alemania hacia Suiza donde, según el Centro Simon Wiesenthal para América Latina, Kadgien empezó una actividad comercial privada a través de una sociedad. “Luego se va a Brasil y vive durante un tiempo en hoteles de Copacabana. Posteriormente, compra un terreno en la zona del Mato Grosso casi del tamaño de París”, añade Gelblung.

La carrera posterior de Kadgien en Argentina y Brasil, según el historiador húngaro, “parece que estuvo estrechamente ligada no solo a la transferencia de riqueza de la Alemania nazi a Latinoamérica, sino también a la rehabilitación y reintegración de industriales y burócratas estatales nazis en Alemania Occidental”, ya que, citando el documental “El rastro de la serpiente: En busca de los miles de millones nazis”, señala que Kadgien “participó en la concertación de acuerdos entre empresas exnazis de Alemania Occidental y gobiernos latinoamericanos, incluidos los contratos de armas para la dictadura militar en Brasil”.

Kadgien llegó a Argentina como empresario “con la misma sociedad que había hecho en Suiza”, y bajo su identidad verdadera, Friedrich Gustav Kadgien, se estableció en la localidad de Vicente López, en las afueras de la capital argentina. Se había vuelto a casar con una mujer alemana más joven que él. “Llevó una vida de empresario exitoso y tuvo dos hijas; una de ellas, Patricia Kadgien, es propietaria de la casa en la que se fotografió el cuadro expoliado. Kadgien murió en 1978, y fue enterrado en el Cementerio Alemán de Buenos Aires”, relata Garbari. Patricia tenía 13 años.

“Nunca hubo órdenes de búsqueda respecto de él, entre otras cosas porque no era un criminal relacionado con delitos de sangre. Nunca estuvo a cargo de un campo de exterminio, sino del expolio”, sostiene Gelblung.

Argentina albergó a varios jerarcas nazis. “Nosotros encontramos, a través de la investigación que hizo la CEANA a finales de los 90, que fue una comisión especial para investigar las actividades nazis en la Argentina, que unos 35 criminales de guerra nazis llegaron al país dentro de un total de 180, sobre todo croatas y de otras nacionalidades europeas que vinieron a nuestro país”, explica a CNN Jonathan Karszenbaum, director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires. Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del holocausto, o shoá, el médico Josef Mengele, tristemente célebre por sus experimentos con prisioneros de los campos de concentración, o el alto oficial de las SS y de la Gestapo Klaus Barbie fueron algunos de los más reconocidos.

En registros neerlandeses, Kadgien aparece vinculado al cuadro de Ghislandi, “lo que sugiere que pudo haberse apropiado de él a través de sus funciones o mediante su cercanía a Göring”, detalle el historiador del Museo del Holocausto de Buenos Aires.

“La teoría más respaldada indica que el cuadro pasó a manos de Kadgien tras ser confiscado o comprado en condiciones abusivas durante la ocupación nazi. Cuando Kadgien escapó a Suiza tras la guerra —llevando consigo activos saqueados—, es probable que se haya traído también el cuadro. La obra quedó en un entorno privado, preservada discretamente por la descendencia de Kadgien”, agrega.

Según el fiscal federal de Mar del Plata Carlos Martínez, a cargo de la investigación judicial, este óleo fue robado en Países Bajos a su propietario, el comerciante de arte judío Jacques Goudstikker, con posterioridad a julio de 1940, durante la ocupación nazi de la Segunda Guerra Mundial.

La obra es reclamada por el gobierno de Países Bajos, de acuerdo con lo señalado por Interpol Argentina, y la Agencia de Patrimonio Cultural del Ministerio de Educación y Cultura de Países Bajos, que administra un sitio web referido a obras de arte y bienes culturales desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial. Allí incluye el “Retrato de una dama”, en el apartado de obras de arte no restituidas.

El fiscal también agrega que consta allí un formulario de denuncia fechado el 16 de mayo de 1946 y una línea de tiempo con la reconstrucción de la procedencia de la obra: al menos hasta julio de 1940 era propiedad de Goudstikker y posteriormente se encontraba en poder de Friedrich Kadgien.

En agosto, reporteros del periódico holandés Algemeen Dagblad vieron esta famosa pintura en un anuncio inmobiliario de una casa en venta que pertenece a Patricia Kadgien. Citando a expertos en arte neerlandeses, el diario informó que “Retrato de una dama” parecía estar colgado sobre un sofá en la sala de estar y publicó fotos que mostraban la pintura en un recorrido 3D por el interior.

Luego de la publicación, la pintura dejó de aparecer entre las imágenes de la propiedad y el aviso de venta quedó inactivo. La Policía allanó el domicilio y no halló el cuadro. La obra fue entregada posteriormente por el abogado de Patricia Kadgien, a quien ahora la Justicia argentina investiga, junto a su pareja, por presunto encubrimiento agravado.

“Los imputaron por obstrucción a la Justicia, porque cuando entraron a su casa encontraron un tapiz en el lugar donde estaba el cuadro, no por los crímenes del padre”, aclara Gelblung.

Ante la Justicia, su hija defendió su inocencia. Sostuvo que la obra era de su padre e insistió con sus legítimos derechos sobre esta pieza, que estuvo exhibida en varias propiedades familiares. Además, aseguró que desconocía que haya tenido un origen ilegal.

“Siempre supe que dicho cuadro era de mi padre dado que también estuvo colgado y exhibido en forma pública en el living del domicilio de Vicente López”, sostuvo en su descargo la hija, quien agregó que la obra también estuvo a la vista de todos en un campo en el que vivió unos nueve años en la localidad de Mechongué, a unos 70 kilómetros de esta casa de Mar del Plata, donde luego se radicó y llevó el cuadro

Ahora la Justicia argentina deberá determinar si devuelve a Países Bajos el cuadro y si a los familiares de Friedrich Kadgien les cabe alguna responsabilidad.

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