¿Podrá la OTAN innovar lo suficientemente rápido para contrarrestar la creciente amenaza de los drones de Rusia?

Días después de que el aullido de las sirenas antiaéreas y el rugido de los aviones de combate de la OTAN acentuaran una pacífica noche de finales de verano en el este de Polonia, la pregunta clave en Europa no es solo si Moscú envió deliberadamente casi dos decenas de drones al espacio aéreo de la OTAN, sino qué revela la respuesta militar sobre la capacidad a largo plazo de la alianza para lidiar con esta creciente amenaza.

Si esto fue, como cree Polonia, una prueba deliberada de las defensas de la OTAN, fue un experimento notablemente barato para Rusia.

Las autoridades polacas recuperaron fragmentos de lo que afirmaron eran drones Gerbera, fabricados con madera contrachapada y poliestireno, utilizados frecuentemente como señuelos. La inteligencia de defensa ucraniana cree que su producción cuesta alrededor de US$ 10.000 cada uno.

Mientras tanto, los aviones de la OTAN que se apresuraron a evitarlos eran cazas multimillonarios F-16 y F-35. Una demostración de fuerza eficaz, pero cuyo despegue probablemente costó decenas de miles de dólares en combustible y mantenimiento.

“La asimetría de costos no funciona”, dijo a CNN Robert Tollast, investigador del Royal United Services Institute (RUSI), un centro de estudios de defensa con sede en Londres.

No es que la OTAN no pueda contrarrestar los ataques con drones a gran escala, afirmó. Los aviones de la OTAN fueron muy eficaces para evitar un ataque masivo con misiles y drones iraníes contra Israel el pasado abril. Sin embargo, Tollast argumentó que el coste de dicha defensa, estimado por Israel en más de US$ 1.000 millones en ese caso, hace que este enfoque sea insostenible.

“El problema fundamental es que, antes de Ucrania, mucha tecnología de defensa occidental simplemente no consideraba esta… amenaza asimétrica de los drones”, dijo.

Y, sin embargo, el consenso en el floreciente sector de tecnología militar es que mucha gente lo ha considerado, pero muchos Ministerios de Defensa de la OTAN son demasiado lentos para adaptarse.

“La tecnología está ahí”, dijo Johannes Pinl, CEO de MARSS, una empresa con sede en el Reino Unido especializada en software de detección de amenazas y que ahora produce sus propios drones interceptores, hablando con CNN en el foro de defensa DSEI en Londres la semana pasada.

“Probablemente buena parte de la frontera polaca podría haberse cubierto ya con un buen muro antidrones”, añadió. Un “muro antidrones” es el concepto de una red estratificada de detección e interceptación, una idea ampliamente promovida entre los países bálticos y respaldada por funcionarios de la Unión Europea el miércoles.

El problema, según declaró Pinl a CNN, es que los sistemas de adquisición de la OTAN “aún están en los años 80”. Puso como ejemplo el interceptor de mediano alcance con inteligencia artificial de MARSS, diseñado para ser reutilizable, con una estructura de titanio que describió como “básicamente un cuchillo que corta a toda velocidad el dron que se aproxima”. Actualmente está a la espera de la evaluación de un país miembro de la OTAN, prevista para los próximos meses.

“Apenas están redactando especificaciones para esto. Lo estamos usando ahora mismo, llevamos años en funcionamiento. En Europa todavía no tenemos las especificaciones”, declaró Pinl a CNN, refiriéndose a la práctica tradicional de adquisiciones, donde los Ministerios de Defensa emiten especificaciones técnicas detalladas para nuevos productos y luego las empresas licitan por los contratos.

La guerra en Ucrania ha creado un proceso de adquisición de dos velocidades en Europa, dice Siete Hamminga, CEO de Robin Radar Systems, con sede en los Países Bajos. La tecnología de Robin Radar ya se utiliza ampliamente en Ucrania y se actualizó recientemente para detectar Shaheds a una distancia de 12 kilómetros.

“Si un país quiere comprar equipo para Ucrania, tiene una vía rápida para hacerlo”, declaró a CNN. “Tienen la autoridad de acudir a una empresa y decirle: ‘Necesitamos XYZ lo antes posible’. Si quieren comprarlo para sí mismos, tienen que pasar por todo un proceso. Eso no ayuda”.

Y, sin embargo, con la guerra de Ucrania proporcionando un campo de pruebas en tiempo real para nuevas tecnologías, hay señales de cambio.

Tomemos como ejemplo la startup de tecnología de defensa portuguesa Tekever. Desde 2022, el Gobierno del Reino Unido ha adquirido drones de vigilancia AR3 de la compañía por valor de más de US$ 350 millones para enviarlos a Ucrania. A principios de este año, la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) anunció que adoptaría el AR3 para su nuevo sistema de guerra electrónica, StormShroud. Y existen planes inmediatos para ampliar la fabricación.

Esta semana, Tekever anunció la apertura de una nueva fábrica de drones con capacidad para 1.000 empleados a unos 128 kilómetros al oeste de Londres, su cuarta planta en el Reino Unido. Karl Brew, director de la unidad de defensa de Tekever, declaró a CNN que el enfoque de la compañía es dividir el riesgo del desarrollo de nuevas tecnologías entre el Gobierno y la industria.

“Cuando la RAF puso en servicio nuestro AR3, ya llevaba tiempo trabajando en nuestro programa de Investigación y Desarrollo. Dijeron: ‘Bien, ahora vamos a aprovechar toda la experiencia de Ucrania y añadir esta ventaja especial de tecnología occidental en materia de guerra electrónica’. Y lo incorporaron en seis meses”, declaró a CNN.

El nuevo jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, Richard Knighton, destacó la necesidad de un nuevo enfoque. “Lograr la velocidad necesaria exige que modifiquemos nuestra relación con la industria para innovar al ritmo de una guerra”, declaró en sus primeras declaraciones públicas la semana pasada.

Agris Kipurs, CEO y cofundador de la empresa emergente de drones letona Origin Robotics, dijo a CNN que su país estaba “desarrollando nuevos mecanismos sobre cómo trabajar con la nueva industria”, y su proximidad a Rusia generaba una urgencia aún mayor.

El dron de ataque y vigilancia BEAK de Origin, suministrado inicialmente a Ucrania, ya está en uso por las fuerzas armadas de Letonia y el Reino Unido y ahora cuenta con un nuevo dron interceptor, el BLAZE, financiado por una subvención de I+D del Gobierno letón.

“Somos un país pequeño… nunca podremos permitirnos tener suficiente capacidad de defensa aérea si estamos limitados a las opciones que tenemos actualmente en los mercados”, dijo Kipurs a CNN.

E incluso el recientemente rebautizado Departamento de Guerra de Estados Unidos ahora está compitiendo para adelantarse a esta carrera armamentística de drones y contra drones.

En un memorando de julio, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, advirtió de que “las unidades estadounidenses no están equipadas con los letales drones pequeños que requiere el campo de batalla moderno”. Expuso medidas para eliminar la burocracia y la aversión al riesgo en la adquisición de drones, incluyendo “delegar la autoridad para adquirir y operar drones de la burocracia a nuestros combatientes”.

“Una de las lecciones clave que se están sacando de Ucrania es simplemente experimentar”, dijo Tollast. Cree que la clave para una defensa eficaz contra drones reside en una combinación de capacidades muy costosas, como los F-35 y las baterías Patriot exhibidas en Polonia la semana pasada, y elementos que podrían ser menos fiables, como los interceptores de drones ucranianos.

Incluso si Europa puede acelerar la adopción de la tecnología más experimental en el extremo inferior, todavía existe el problema del volumen.

Rusia, según una estimación de julio de la inteligencia de defensa ucraniana, produce actualmente 5.500 unidades mensuales de su equivalente actualizado del Shahed, el Geran, así como de la variante más económica del dron Gerbera, en su fábrica de rápido crecimiento en Tartaristán. Este mes, por primera vez, Rusia disparó más de 800 drones contra Ucrania en una sola noche.

Morten Brandtzaeg, CEO del productor noruego de municiones y misiles Nammo, dijo a CNN la mañana después de la incursión de aviones no tripulados rusos en Polonia que su compañía estaba trabajando en “mayores volúmenes de misiles de bajo costo” para “adaptar el precio del misil al objetivo que estamos derribando”.

Nammo, ahora uno de los mayores productores de munición de Europa, ya se ha visto transformado por el rápido rearme del continente. Aumentó la producción de munición de artillería de unos pocos miles de proyectiles al año antes de la invasión a gran escala a unos 80.000 el año pasado. También produce motores de cohetes sólidos utilizados para el lanzamiento de misiles aire-aire, componentes cruciales para sistemas de defensa aérea de alta gama.

Su mensaje a los responsables políticos es contundente: “Estamos apenas comenzando a aumentar la capacidad. No crean que hemos hecho lo suficiente”.

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