Israel está cada vez más aislado en el escenario internacional a medida que continúan la guerra y la crisis humanitaria en Gaza, y la reacción negativa se extiende a los ámbitos económico, cultural y deportivo.
La condena internacional se ha intensificado desde que Israel anunció una ofensiva terrestre en la Ciudad de Gaza y realizó un ataque sin precedentes contra líderes de Hamas en territorio catarí. Esto ocurre además luego de que una investigación independiente de la ONU concluyera por primera vez la semana pasada que Israel ha cometido genocidio contra los palestinos en Gaza, un hallazgo que coincide con el de otros expertos en genocidio y organizaciones de derechos humanos, pero que el gobierno israelí rechaza.
La semana pasada, la Unión Europea —el mayor socio comercial de Israel— propuso sanciones que suspenderían parcialmente su acuerdo de libre comercio con Israel, si los Estados miembros lo aprueban. Varias naciones occidentales ya han impuesto sanciones específicas contra ciertos individuos israelíes, asentamientos y organizaciones que apoyan la violencia en la Ribera Occidental ocupada.
La indignación global también está afectando la economía israelí de otras maneras.
En agosto, el fondo soberano de Noruega, el más grande del mundo, anunció que retiraría parte de sus inversiones en Israel debido al agravamiento de la crisis humanitaria en Gaza.
Israel también enfrenta embargos parciales o totales de armas por parte de Francia, Italia, Países Bajos, España, Reino Unido y otros países debido a su actuación en Gaza.
La reacción ha sido tan marcada que el propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, la reconoció a principios de mes, advirtiendo que Israel enfrenta una “especie de aislamiento” que podría durar años, y agregó que el país no tiene más opción que valerse por sí mismo. Netanyahu dijo que Israel deberá desarrollar aún más su industria armamentista y adaptar su economía para depender menos del comercio exterior. Más tarde minimizó esos comentarios, diciendo que se refería solo a la industria de defensa.
A medida que la guerra se intensifica, Israel también sufre reveses en el ámbito del entretenimiento y la cultura.
Cadenas de televisión de varios países europeos, incluidos Irlanda, Países Bajos y España, han anunciado que boicotearán el popular Festival de Eurovisión si Israel puede participar en 2026. La emisora nacional irlandesa, RTE, afirmó que “considera inconcebible la participación de Irlanda dada la continua y terrible pérdida de vidas en Gaza”.
La emisora israelí KAN 11 respondió que seguirá adelante con la selección del representante de Israel para 2026 y argumentó que la celebración musical “no debe politizarse”. La Unión Europea de Radiodifusión, organizadora de Eurovisión, indicó que los países miembros votarán en noviembre sobre qué países podrán participar el próximo año. Israel participa en Eurovisión desde 1973.
En el sector de bellas artes, un festival de música en Gante, Bélgica, canceló recientemente un concierto de la Filarmónica de Múnich, que iba a presentarse con el director israelí Lahav Shani. El festival explicó en un comunicado: “Shani se ha manifestado a favor de la paz y la reconciliación en varias ocasiones, pero (…) no podemos aclarar suficientemente su postura ante el régimen genocida de Tel Aviv”.
El gobierno de Israel ha sostenido que lleva a cabo la guerra en Gaza en defensa propia y conforme al derecho internacional, negando rotundamente todas las acusaciones de genocidio.
En Hollywood, miles de cineastas, actores y trabajadores de la industria cinematográfica se han comprometido a no colaborar con instituciones fílmicas israelíes “implicadas en genocidio y apartheid contra el pueblo palestino”. Entre los firmantes figuran Olivia Colman, Emma Stone, Andrew Garfield y Hannah Einbinder, quien recientemente fue noticia al terminar su discurso de aceptación en los Emmy con las palabras “libertad a Palestina”.
El deporte tampoco ha sido ajeno. La etapa final de una importante carrera ciclista fue cancelada a principios de mes tras varias grandes manifestaciones propalestinas que interrumpieron el evento, en protesta por la participación del equipo Israel-Premier Tech. También en España, los organizadores de un torneo de ajedrez informaron a los jugadores israelíes que no podían competir bajo su bandera nacional, lo que llevó a su retiro de la competencia este mes, según Reuters.
Medios israelíes han reportado recientemente temores de que Israel podría estar en riesgo de ser suspendido de competiciones europeas de fútbol. En agosto, la UEFA fue criticada después de que se desplegara una pancarta en la cancha antes de la final de la Supercopa con el mensaje “Dejen de matar niños, dejen de matar civiles”, sin mencionar específicamente a Israel ni a ningún otro país. El ministro de Cultura y Deportes de Israel, Miki Zohar, dijo que él y otros funcionarios israelíes han estado “trabajando intensamente” tras bambalinas “para bloquear la iniciativa de expulsar a Israel de la UEFA”.
Varios futbolistas de la Premier League, incluido el astro del Liverpool Mohamed Salah, también se han pronunciado contra la guerra en Gaza y han pedido solidaridad con el pueblo palestino.
La reacción económica y cultural contra Israel ha generado comparaciones con la presión ejercida sobre Sudáfrica durante la era del apartheid.
Entre las décadas de 1950 y 1990, Sudáfrica enfrentó un fuerte movimiento de boicot que, poco a poco, la convirtió en un paria. Los productos sudafricanos fueron retirados de los supermercados en Occidente, activistas promovieron la retirada de inversiones y la salida de bancos, y muchos músicos se negaron a actuar en el estado del apartheid. Un boicot deportivo llevó a la exclusión de Sudáfrica de competiciones internacionales como el cricket y, finalmente, el rugby.
“Lo simbólico tiene más peso que los tornillos y los números”, dijo Ilan Baruch, exembajador de Israel en Sudáfrica, quien renunció al Ministerio de Exteriores israelí en 2011 para protestar por el abandono del compromiso de paz mediante la solución de dos Estados.
“Eurovisión es muy popular, y los torneos de fútbol son muy, muy populares. Y si siquiera se menciona una conexión entre la presión sobre Israel en temas políticos, culturales, deportivos, etc., tendrá un impacto”, como ocurrió con Sudáfrica, dijo a CNN.
Baruch es ahora presidente del Policy Working Group, un grupo de académicos, activistas y exdiplomáticos israelíes que abogan por el reconocimiento del Estado de Palestina y la solución de dos Estados.
Señaló que es necesaria cierta presión firme sobre Israel, argumentando que no debería ser posible que el país mantenga “tal privilegio en sus relaciones comerciales con la UE” y “al mismo tiempo, socave los derechos humanos y el futuro de los palestinos”.
“No son solo las relaciones comerciales, sino el estatus privilegiado de Israel lo que ahora está en juego”, afirmó.
El gobierno israelí también ha enfrentado mucha oposición interna, con protestas regulares contra la guerra y llamados generalizados a lograr un alto el fuego para traer de regreso a los rehenes capturados por militantes de Hamas en su ataque del 7 de octubre de 2023.
Mientras tanto, desde hace dos décadas, una campaña de la sociedad civil liderada por palestinos, llamada movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), ha intentado replicar el impacto del boicot anti-apartheid sudafricano. Tras años de éxito marginal, el movimiento ha cobrado más atención y fuerza desde el inicio de la guerra en Gaza.
La Asamblea General de las Naciones Unidas de esta semana profundizó el aislamiento de Israel en el escenario internacional.
Varios países occidentales más reconocieron formalmente al Estado palestino antes de la Asamblea, incluidos actores diplomáticos de peso como Canadá, Francia y el Reino Unido.
Un nuevo análisis de las principales votaciones de la Asamblea General sobre resoluciones relacionadas con los asuntos israelí-palestinos entre 2017 y 2025, realizado por Robert Satloff, director ejecutivo del Washington Institute for Near East Policy, concluyó que algunos de los defensores históricos de Israel “se están alejando”.
El número de Estados que se han abstenido formalmente en las votaciones de la AGNU relacionadas con Israel —considerado generalmente como un apoyo pasivo al país— está disminuyendo.
“No hay duda de que aquí hay votos performativos. Algunos de estos países que votaron contra Israel mantienen relaciones muy importantes y discretas con Israel y son considerados socios sólidos”, dijo Satloff a CNN. Pero desde la perspectiva israelí, “la tendencia debería ser preocupante cuando, con el tiempo, hay un patrón claro de antiguos aliados que se alejan”.
Satloff planteó que la gran incógnita es si el creciente aislamiento diplomático de Israel es reversible.
Algunos Estados miembros de la ONU ya mostraban “profunda animadversión hacia Israel” antes del conflicto actual, mientras que otros países “se ven profundamente afectados por lo que ocurre en Gaza y probablemente suavicen su postura hacia el gobierno israelí cuando termine la guerra o surja un nuevo gobierno en Israel”, explicó Satloff.
Mientras tanto, el informe de la comisión de la ONU sobre genocidio en Gaza ha vuelto a centrar la atención en la investigación de la Corte Penal Internacional sobre la situación en el Estado de Palestina, recomendando que los fiscales examinen un genocidio como parte de ese caso.
La orden de arresto emitida el año pasado por la CPI contra Netanyahu ya ha restringido severamente los destinos a los que puede viajar fuera de Israel. El vuelo de Netanyahu a la reunión de la ONU en Nueva York esta semana tomó una ruta indirecta —evitando el espacio aéreo francés y español— en un aparente intento de evitar países que pudieran ejecutar la orden de arresto pendiente en su contra por presuntos crímenes de guerra.
A pesar de la aparente disminución del apoyo de otros países, Estados Unidos sigue votando firmemente junto a Israel.
Al referirse este mes al ataque israelí en territorio catarí, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, dijo: “Creo que los comentarios del presidente hablan por sí solos. No le gustó cómo se desarrolló la situación. Dicho esto… nuestra relación con Israel seguirá siendo fuerte”.
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