«A mi hermano lo mató la avaricia»: dentro de la mortal crisis por las bebidas adulteradas con metanol en Brasil

Cuando Marcelo Lombardi, de 45 años, se quejó de sentirse somnoliento un viernes, su familia no le dio mucha importancia.

Lombardi solía trabajar largas jornadas en la inmobiliaria familiar que lleva 17 años en Sao Paulo, Brasil, junto a dos de sus hermanas mayores. Abogado reconocido, era una figura apreciada en Sacomã, el barrio del sureste donde vivió por más de 35 años.

Fernanda Lombardi, una de sus hermanas, recordó que su vida era “perfecta” hasta ese día, el 26 de septiembre. “A principios de semana, llegó a casa con unas compras, entre ellas una botella de vodka”, relató a CNN. “Era su licor favorito”.

El sábado, Marcelo despertó ciego. “Le dijo a su esposa que no podía ver nada salvo una gran luz brillante”, contó Fernanda. Al llegar al hospital, nadie pudo decirle a la familia qué le sucedía a Marcelo.

“Tardaron unas cinco horas en decirnos que mi hermano había sido intoxicado”, relató Fernanda. “Para entonces, todos sus órganos empezaban a fallar. Me miró a los ojos y dijo: ‘No voy a salir de aquí’”. Marcelo falleció al día siguiente.

Luego, funcionarios de salud informaron a la familia que los sorbos del cóctel de vodka que había disfrutado en casa días antes estaban mezclados con un asesino invisible: metanol industrial. Este líquido incoloro es ahora responsable de una crisis sanitaria en desarrollo que ha desatado el pánico nacional y afecta a unos 100 millones de personas en seis estados de Brasil, según las autoridades sanitarias.

El metanol es un líquido transparente, inodoro y altamente inflamable presente en anticongelante, barnices y combustibles. Ingerir apenas unos mililitros puede causar ceguera o la muerte.

Las autoridades federales investigan varios frentes para determinar cómo el metanol industrial llegó al alcohol de consumo en Brasil. El comercio de metanol en el país está regulado por el Gobierno y restringido a usos industriales como la producción de biodiésel, solventes y aplicaciones de laboratorio. Su venta es legal, pero rigurosamente controlada y cada transacción debe quedar registrada.

Una de las principales hipótesis es que el metanol, más barato que el etanol, habría sido utilizado intencionalmente por falsificadores para reducir el costo de producción del licor. La Policía Federal investiga si el químico utilizado por fábricas clandestinas fue adquirido en gasolineras y luego desviado a la fabricación ilícita de alcohol. Al menos una gasolinera en Sao Paulo ha sido identificada como proveedor habitual en varios casos. Los investigadores también indagan si metanol industrial de contrabando o desviado ha ingresado al mercado negro de Brasil y si ha sido empleado por destilerías clandestinas para lavar o esterilizar botellas, contaminando bebidas que posteriormente se venden de forma ilegal.

Como medida de precaución, asociaciones de salud y comercio piden a los consumidores y bares destruir o desechar apropiadamente las botellas vacías, para evitar que los falsificadores las reutilicen en la producción de licor adulterado.

Investigadores federales han destapado una cadena de suministro masivo en el mercado negro, que inunda bares, locales y hogares con licor falsificado. Hasta ahora, las autoridades han decomisado cientos de miles de etiquetas falsas, más de 100.000 solo en la ciudad de Sao Paulo, lo que dificulta estimar hasta dónde han llegado estas botellas letales.

Operativos conjuntos de la Policía Civil y la Agencia de Vigilancia Sanitaria llevaron al cierre de cuatro fábricas clandestinas y la detención de 41 personas, según un comunicado del Gobierno de Sao Paulo.

Lombardi fue la tercera víctima mortal documentada desde que las autoridades anunciaron la crisis en septiembre, luego de que los primeros casos sean detectados a fines de agosto.

Hasta el 8 de octubre, el Ministerio de Salud de Brasil había registrado 259 casos sospechosos en todo el país y cinco muertes confirmadas, así como intoxicaciones confirmadas en Sao Paulo, Paraná y Rio Grande do Sul. Todas las muertes hasta ahora han ocurrido en Sao Paulo, el epicentro de la crisis. Los hospitales también están reportando ceguera de aparición rápida, comas irreversibles y fallas orgánicas dentro de unas horas de la ingestión.

Eduardo Capitani, toxicólogo y neumólogo del Centro de Control de Intoxicaciones de la Universidad de Campinas, uno de los principales centros de control y estudio de intoxicaciones del país, fue uno de los primeros en alertar al Gobierno de que se estaba produciendo una emergencia sanitaria. Entre principios y finales de septiembre, su equipo vio 10 casos sospechosos en Sao Paulo y ciudades vecinas, suficientes para activar una alerta nacional. Esa alerta provocó una conferencia de prensa conjunta de los Ministerios de Justicia y Salud, anunciando una investigación coordinada sobre el origen de los lotes contaminados.

“Hemos visto aumentos antes, en 2023 y 2024, entre personas sin hogar que bebieron etanol de grado combustible”, dijo Capitani. “Esta vez, las víctimas estaban bebiendo cócteles en bares y fiestas. Estos no son casos aislados”.

Capitani dijo que el sistema de salud pública de Brasil reaccionó rápidamente, pero la crisis expuso profundas debilidades estructurales: pocos hospitales tienen laboratorios capaces de detectar metanol o su subproducto tóxico, ácido fórmico, y menos aún cuentan con los antídotos necesarios para tratar a los pacientes con rapidez.

Para Fernanda Lombardi, correr para encontrar un antídoto en las farmacias le generó una sensación que nunca olvidará. “Pudo haberle salvado la vida a mi hermano, pero no estaba disponible en ningún lado. Nos sentimos impotentes”.

“El etanol es el antídoto natural del metanol”, explicó Capitani. “En bebidas adulteradas, las personas pueden estar consumiendo tanto el veneno como su antídoto, pero en proporciones impredecibles.”

Los síntomas a menudo imitan los de una resaca: dolor de cabeza, náuseas, mareos. En 24 horas, los pacientes pueden perder la visión y tener dificultades para respirar. Si la persona no recibe tratamiento, el metanol se metaboliza en ácido fórmico, que ataca el nervio óptico y el sistema nervioso, causando ceguera, fallo orgánico o la muerte en un plazo de 48 horas.

El tratamiento requiere la administración intravenosa de etanol o fomepizol, un antídoto específico que bloquea la conversión tóxica del metanol. Sin embargo, el etanol es escaso en la mayoría de los hospitales brasileños y el fomepizol, aprobado en Estados Unidos y Europa desde la década de 1990, llegó a Brasil apenas esta semana a través de la importación de emergencia de 2.500 dosis.

Mariângela Batista Galvão Simão, secretaria de Vigilancia Sanitaria y Ambiental de Brasil, supervisó la llegada del primer lote de fomepizol al Aeropuerto Internacional de Guarulhos, en Sao Paulo. “Estamos trabajando para mantener llena nuestra reserva de antídotos”, dijo a CNN el jueves desde el aeropuerto, “pero es difícil predecir cuánto necesitaremos”.

“No existe una política nacional de antídotos”, advirtió Capitani. “Muchos hospitales no tenían etanol al 100 % en cantidades suficientes. Hasta que llega, a veces horas después, ese tiempo puede costarle la visión o la vida a un paciente”.

El Ministerio de Salud de Brasil abordó el tema en un comunicado a CNN: “El Ministerio viene trabajando desde febrero de este año en el desarrollo de la Política Nacional de Antídotos, que fortalecerá la vigilancia, el acceso a medicamentos y la capacitación de los profesionales de la salud”.

Cuando no hay etanol puro disponible, los médicos pueden administrar temporalmente vodka, una de las formas más puras de etanol comercial. “Pero ahora”, advirtió Capitani, “eso se ha convertido en una ruleta rusa, porque incluso el vodka podría estar contaminado”.

Themis Mizerkowski Torres, reumatóloga y toxicóloga que lidera los esfuerzos del Centro de Control de Intoxicaciones de Sao Paulo, asegura que la crisis no tiene precedentes.

“Estoy en el centro desde 2004 y nunca he visto nada parecido”, contó a CNN.

“La recomendación es alejarse de cualquier bebida alcohólica por ahora”. Y en el país natal de la famosa caipirinha, elaborada con cachaça, lima y azúcar, no es tarea fácil.

Torres explicó que el vino y la cerveza son opciones más seguras por su proceso de fermentación y la forma en que se producen. Pero, como destacó el ministro de Salud, Alexandre Padilha, en una reciente rueda de prensa, “hoy no existe el consumo de alcohol completamente seguro”.

En Sao Paulo, bares y restaurantes de zonas acomodadas como Itaim Bibi, Pinheiros y Berrini reportan fuertes caídas en la clientela y cancelaciones de reservas. Algunos incluso han dejado de vender vodka, whisky y cachaça por completo.

De Sao Paulo a Pernambuco, el miedo ahora eclipsa la vibrante cultura de bares de Brasil, un recordatorio aleccionador de cómo una sola botella contaminada puede devastar familias y poner a prueba la capacidad del país para contener la crisis.

Fernanda Lombardi asegura que la muerte de su hermano destruyó a su familia y a su comunidad.

“Él era saludable, trabajador, feliz”, relató. “Ni siquiera salía, tomaba un poco de vodka en casa. Eso es lo que no logramos entender”.

La familia entregó la botella a la Policía, pero aún no se han dado a conocer los resultados toxicológicos.

“A mi hermano lo mató la avaricia”, dijo ella. “Alguien pensó en el dinero y no en una vida humana. Queremos justicia, para que ninguna otra familia tenga que pasar por esto”.

En su funeral, cientos de dolientes acudieron a rendirle homenaje.

“Todos tenían una historia sobre cómo él les ayudó, y yo no tenía idea”, dijo Fernanda Lombardi. “Él hacía el bien en silencio”.

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