‘Moteles del amor’ y la perforación de petróleo en el Amazonas, un reflejo de que esta cumbre mundial está sumida en el caos

Ricardo Teixeira ha pasado las últimas semanas renovando Love Lomas, el “motel del amor” que posee en la ciudad portuaria brasileña de Belém. También está considerando cómo suavizar algunos de los aspectos más sensuales de las habitaciones, incluyendo sillas eróticas y menús de juguetes sexuales a la venta. Todo esto es en anticipación de recibir a un tipo de huésped muy diferente al de su clientela habitual.

Los moteles del amor son comunes en todo Brasil, con habitaciones disponibles por horas que suelen reservarse para encuentros románticos. Pero a medida que decenas de miles de personas llegan a Belém para la COP30 —la mayor cumbre anual sobre el clima del mundo—, la escasez de alojamiento ha generado una carrera por conseguir camas. Moteles del amor como el de Teixeira están listos y dispuestos a cubrir esa necesidad.

La perspectiva de que diplomáticos, científicos y activistas climáticos tengan que especificar qué características eróticas desean que se eliminen de las habitaciones resulta llamativa, pero también pone de manifiesto un problema grave. A medida que los delegados compiten por camas, las tarifas se han disparado y algunos países en desarrollo y organizaciones sin fines de lucro dicen que están siendo excluidos de la cumbre por los precios.

“Sus voces (serán) silenciadas en las mismas habitaciones donde se están tomando decisiones sobre su supervivencia”, dijo Harjeet Singh, veterano de las negociaciones de la COP y director fundador de Satat Sampada Climate Foundation.

Los problemas de alojamiento son solo un ejemplo del caos y la incertidumbre que algunos expertos dicen que han allanado el camino para esta cumbre.

La COP30 fue anunciada como una reunión histórica, donde los países trazarían un rumbo para recortar drásticamente la contaminación climática. En cambio, los grandes contaminadores han incumplido múltiples plazos para presentar objetivos climáticos nacionales, el presidente Donald Trump acaba de dar un discurso calificando el cambio climático de “farsa”. Estados Unidos dice que no enviará una delegación a la cumbre y Brasil acaba de aprobar la extracción de petróleo en la desembocadura del Amazonas; mientras tanto, las temperaturas globales siguen aumentando y los objetivos climáticos se alejan cada vez más.

En 2015, bajo el acuerdo climático de París, los países acordaron limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, con la meta de mantenerlo por debajo de 1,5 grados. “Diez años después, tenemos que tener conversaciones muy honestas y muy difíciles sobre si realmente estamos siguiendo ese camino”, dijo Juan Carlos Monterrey Gómez, representante especial para el cambio climático de Panamá.

La elección de Brasil de Belém como sede de la COP30 fue simbólica. La ciudad es conocida como la “puerta de entrada a la Amazonía”, y el objetivo era centrar la atención en el peligro existencial que enfrenta esta vasta selva tropical ante la creciente crisis climática.

Pero Belém no estaba preparada para el influjo que acompaña a la COP. La ciudad suele tener unas 18.000 habitaciones de hotel, pero espera a unas 50.000 personas.

El sitio web oficial de la COP30 enumera hoteles, muchos de los cuales están a decenas de millas de Belém, con precios que van desde unos US$ 200 por noche hasta más de US$ 1.000, la mayoría requiriendo estancias mínimas de 11 noches. Un jefe de una delegación negociadora dijo a CNN que les estaban cobrando más de US$ 20.000 por dos semanas en un apartamento de tres habitaciones.

Los organizadores insisten en que habrá habitaciones para todos y han trabajado apresuradamente para organizar alojamiento adicional, incluso en cruceros, y ofrecen asistencia extra a las naciones más vulnerables.

Pero algunos países y organizaciones sin fines de lucro se han visto obligados a enviar delegaciones mínimas, o a no enviar a nadie. “Nuestro temor es que estas barreras logísticas puedan impedir la participación total de todos los que necesitan estar allí”, dijo Monterrey Gómez a CNN.

Además de la logística, la “COP de la Amazonía” también está siendo opacada por la decisión de Brasil en octubre de aprobar la exploración petrolera en la desembocadura del río Amazonas. Los activistas han denunciado la decisión como una hipocresía. “Brasil está pidiendo al mundo venir a Belém para salvar el ecosistema más crítico, mientras al mismo tiempo lo subasta a la misma industria que lo está destruyendo”, dijo Singh.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, defendió la decisión. “Sería incoherente, una acción irresponsable, si dijera que ya no usaremos petróleo”, dijo el martes en un discurso previo a la COP30, según informó AP.

Promover la acción climática y al mismo tiempo aprobar nuevos proyectos de combustibles fósiles “es el tipo de contradicción con la que estamos lidiando ahora”, dijo Alden Meyer, asociado principal del grupo de investigación E3G. “Hay una complicidad bastante generalizada”, dijo a CNN. Y pone en primer plano uno de los temas más espinosos de la COP: el futuro de los combustibles fósiles.

Hace dos años, en la COP28 en Dubái, los países hicieron un llamado sin precedentes para dejar atrás el petróleo, el carbón y el gas. Fue aclamado como un avance notable la primera vez que un acuerdo final de la COP hacía referencia a los combustibles fósiles.

Sin embargo, desde entonces, el mundo ha cambiado; hay un enorme vacío en la forma en que Trump atraviesa la diplomacia climática. Los petroestados y las compañías petroleras se sienten cada vez más envalentonados para rechazar cualquier lenguaje que culpe a los combustibles fósiles por el cambio climático o que se comprometa a eliminarlos gradualmente.

En lo que respecta a la transición hacia la salida de los combustibles fósiles, “no hay cronograma, ni metas, ni ritmo de cambio, ni programa para apoyar a los países y comunidades en esa transición”, dijo Meyer.

Una avalancha de informes publicados antes de la COP sugiere que esta transición se está realizando mucho más lentamente de lo necesario.

Un análisis de la ONU sobre las políticas climáticas actuales de los países encontró que ponen al mundo en rumbo hacia un aumento de temperatura de 2,8 grados Celsius, muy por encima de 1,5 y un nivel de calentamiento que podría llevar al planeta a varios puntos de inflexión catastróficos y potencialmente irreversibles.

Otro informe de la ONU que evalúa el impacto climático de los objetivos formales de los países para reducir la contaminación que calienta el planeta durante la próxima década encontró que no había suficientes datos para “extraer conclusiones globales de amplio alcance”, porque muy pocos países los han presentado.

La fecha límite original para estos objetivos, requeridos por el acuerdo climático de París, era febrero: el 95 % de los Gobiernos no la cumplió. Grandes emisores de contaminación climática, incluyendo India y Arabia Saudita, aún no los han presentado formalmente.

“Actualmente hay poco interés por parte de los países en avanzar y presentar acciones climáticas ambiciosas o compromisos”, dijo Niklas Höhne, experto internacional en políticas climáticas del NewClimate Institute, una organización independiente sin fines de lucro. En parte, esto se debe a la turbulencia geopolítica, incluidos conflictos, guerras y un giro global hacia la derecha, dijo a CNN.

Las acciones de EE.UU., el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del planeta, también pueden influir. Trump calificó el cambio climático como “el mayor engaño jamás perpetrado en el mundo”, en un discurso en la ONU en septiembre, y desde entonces EE.UU. ha confirmado que no enviará una delegación de alto nivel a la COP30.

Pero su ausencia se cernirá sobre la COP30 como una sombra —y aún podría ejercer influencia. Estados Unidos ha demostrado ser una fuerza disruptiva poderosa en las negociaciones internacionales sobre el clima este año, ayudando a descarrilar lo que habrían sido dos acuerdos históricos: un tratado global sobre plásticos y un impuesto a la contaminación climática de la industria naviera.

Las acciones de Estados Unidos envían “un mensaje escalofriante al mundo… (y) les da a otros países rezagados un escudo tras el cual esconderse”, dijo Singh.

Es difícil saber qué surgirá de la COP30, pero los expertos dicen que hay verdaderas señales de esperanza fuera de las conversaciones, sobre todo el notable auge de la energía limpia que se está desarrollando incluso cuando el impulso político global para abordar el cambio climático decae.

“Las negociaciones sobre el clima son el mínimo común denominador de lo que los países están dispuestos a hacer en las circunstancias políticas actuales”, dijo Höhne, y fuera de los tensos lugares de negociación en Belém hay un “mundo totalmente diferente”.

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