¿Quiere Trump dolarizar a Argentina? Ganadores y perdedores del presunto plan que fue promesa de campaña de Milei

Meses antes del comienzo de la campaña presidencial que llevó a Javier Milei a la Casa Rosada en diciembre de 2023, el entonces diputado y candidato aseguraba que podía dolarizar a la economía argentina sin problemas. Blandía un supuesto acuerdo con una institución financiera internacional de las más importantes del mundo para llevar a cabo esa operación.

“Es absolutamente factible. Esto terminaría con la estafa que es el peso. Vamos a cobrar en dólares, vamos a pagar en dólares, vamos a hacer todo en dólares, como pasa en Ecuador y en Panamá”, prometía el ahora presidente.

Transcurrida casi la mitad de su mandato, la economía argentina no se ha dolarizado. Al contrario, la mayoría de los analistas coinciden en que el peso se ha sobrevaluado.

Si tomamos como referencia el valor del dólar resultante tras la devaluación del 12 de diciembre de 2023, a solo dos días del comienzo de la gestión actual, cuando escaló hasta los 820 pesos, y lo comparamos con el precio de las últimas ruedas (fluctúa cerca de los 1475 pesos), veremos que aumentó casi un 80 %, contra una inflación acumulada del 233,18 % en el mismo período. Es decir, el peso argentino se fortaleció en términos reales durante los casi dos años de Gobierno de Milei.

Esto no significa en absoluto que los argentinos hayan perdido su voracidad por atesorar dólares, sino que el Gobierno ha hecho del anclaje de su valor una política económica. Solo en septiembre, las personas humanas compraron US$ 5.080 millones y apenas vendieron US$ 575 millones.

El plan de dolarización no ha prosperado. ¿Pero qué pasaría si el impulso viniera ahora desde fuera del país?

Sabida es la preocupación de los Estados Unidos por el avance de China en la región y que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha dicho que ayudará a Argentina tanto como sea necesario. Entre la estrecha relación que han logrado Milei y Trump y la historia de devaluaciones e inflación que acarrea Argentina es posible encontrar algunas razones para entender una posible dolarización. Algunos especialistas conocedores de los mercados globales ya no descartan que el gobierno de Estados Unidos quiera avanzar en ese sentido, aunque no hubo comentarios de su parte al respecto.

Del lado de Argentina, la propuesta planteada por Milei durante su campaña se fue diluyendo a medida que se hacía imposible pensar en una dolarización con los recursos existentes. Pero tampoco se puede descartar que esa idea se reflote si procede de un pedido de Estados Unidos.

Entre los ganadores ante este posible escenario figuran los bancos internacionales, antes que ningún otro sector. Como Argentina perdería su capacidad de hacer política monetaria y emitir títulos locales si se dolarizara, la alternativa sería un avance de las colocaciones en los mercados internacionales, lo cual reportaría mayores ganancias para esas entidades.

Las empresas multinacionales que trabajan en el país se verían también beneficiadas, porque dolarizarían sus ingresos y podrían exteriorizarlos sin regulaciones.

Del otro lado quedarían sectores como el turismo, la industria y los exportadores, con primacía del agro, el motor más importante de generación de divisas que tiene el país hasta hoy. Una economía dolarizada implicaría para estos rubros costos más altos y un encarecimiento de los productos destinados al comercio exterior.

Una dolarización generaría una mayor estabilidad de precios y permitiría continuar con el proceso de desinflación que está en curso. Pero al mismo tiempo plantearía un desafío sobre los asalariados, al hacer más inflexibles las negociaciones por mejoras de las retribuciones.

Para el Gobierno, la baja de la inflación y la estabilidad cambiaría vía dolarización serían dos activos, pero quedan los retos planteados sobre la imposibilidad de hacer política monetaria y las restricciones del comercio exterior por mayores costos y precios.

Para llevar a cabo una dolarización, es necesario rescatar todos los pesos de la economía y entregar a cambio los dólares que se precisen para el conjunto de las operaciones. La clave en esta maniobra es el tipo de cambio al cual se concrete, porque sólo así sabremos qué cantidad de dólares se requieren para eliminar los pesos. Argentina cuenta con el antecedente del programa de convertibilidad inaugurado a principios de la última década del siglo pasado que se sostuvo durante diez años. En aquel entonces, la paridad entre el peso y el dólar era uno a uno, algo que ningún analista ve posible repetir en las condiciones actuales.

“La dolarización como concepto es muy atractiva, pero su instrumentación es muy difícil”, sostiene el economista Claudio Loser. “No se trata solamente de convertir los billetes circulantes, sino también préstamos y depósitos. No es algo tan automático, tiene que haber un sistema de apoyo para lograr ese cambio”, agrega. Ese impulso llegaría ahora desde Estados Unidos.

Para Damián Di Pace, economista y especialista en consumo, “es importante ir haciendo un camino, porque hace muchos años que no tenemos moneda, y eso no le da previsibilidad ni a la inversión, ni al ahorro ni al consumo de los argentinos”.

Loser sostiene además que la dolarización requiere de una estricta disciplina fiscal, algo que no ha sido norma en el país a lo largo de los años. Y en otro orden de cosas, el Banco Central perdería poder de fuego para hacer frente a eventuales corridas cambiarias y/o bancarias, porque al no poder emitir dólares debería recurrir a nuevos préstamos, espiralizando procesos de endeudamiento.

Argentina ya es de todos modos una economía bimonetaria, donde algunas transacciones se hacen exclusivamente en dólares, por ejemplo la compra de propiedades inmuebles. Pero la dolarización avanza a rubros como el automotriz, mientras también se afianza en los contratos de alquileres de viviendas o locales comerciales. No obstante, el país no puede asumir por su propia decisión al dólar como su única moneda de curso.

Una muestra de la crisis del sector externo que atraviesa Argentina es el swap por US$ 20.000 millones que el Gobierno acordó con Estados Unidos antes de las elecciones de mitad de mandato, porque no tenía cómo contener el apetito de los compradores que querían dolarizarse hasta conocer el resultado de los comicios. Pero una apuesta de Trump ahora cambiaría el escenario. Si la decisión partiera desde Estados Unidos, la película podría tener otro final.

The-CNN-Wire
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