Argentina entra al club de los F-16: llegan al país los primeros seis cazas comprados a Dinamarca

Desde el retiro de los cazas Mirage III en 2015, Argentina, el octavo país del mundo en superficie y la 29° economía global, no ha contado con aviones de combate modernos en su arsenal, en un contexto de décadas de bajo gasto en Defensa y de fuertes pérdidas durante la Guerra de las Malvinas, en 1982, de las cuales nunca se recuperó del todo.

La llegada este viernes de los primeros seis cazas F-16 comprados en 2024 a Dinamarca, según informó el Ministerio de Defensa en un comunicado, significa un giro para las Fuerzas Armadas del país sudamericano, que se enmarca en un renovado interés del Gobierno del presidente Javier Milei un autodenominado libertario que se ha mostrado cercano a las Fuerzas Armadas por la Defensa, y por acercarse a EE.UU. y el Gobierno de Donald Trump en materia de política exterior.

Argentina compró en total 24 F-16 usados a Dinamarca por unos US$ 300 millones (aunque, contando armamentos y otros costos, el contrato podría ascender a más de US$ 900 millones, según Lockheed Martin), la mayor adquisición de aeronaves militares del país en décadas.

El F-16 se impuso sobre el caza chino JF-17, el cual Argentina también consideró para volver a equipar su Fuerza Aérea con una aeronave moderna.

Estaba pautado que la entrega de los F-16 se hiciera en forma escalonada: un primera aeronave de entrenamiento llegó en diciembre de 2024, y ahora es el turno de un primer lote de seis cazas que arribaron al Área Material Río Cuarto, una base aérea en Las Higueras, provincia de Córdoba.

“Esta llegada simboliza un hito estratégico que consolida la recuperación de la capacidad de intersección supersónica y fortalece la defensa del espacio aéreo nacional”, dice el comunicado publicado en X.

El sábado, los aviones realizarán un vuelo rasante por la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, a las 9 am hora local (7 am et), para luego retornar a Córdoba para una ceremonia oficial en la que participará Milei.

Así, Argentina ha entrado formalmente al club de los F-16: un caza polivalente fabricado por la estadounidense Lockheed Martin que voló por primera vez en 1976 y que es operado actualmente, en todas sus múltiples versiones, por 29 países. Más pequeño que el potente F-15 y menos avanzado que los vanguardistas F-22 y F-35, el confiable F-16 se ha convertido aún así en un símbolo de la industria aeronáutica estadounidense y en un éxito de exportación.

En Latinoamérica son tres los países que vuelan el F-16: Chile, Venezuela y ahora Argentina. Mientras que en el resto del mundo los operarios del F-16 van desde Israel hasta Pakistán, y de Bélgica a Taiwán, pasando por Ucrania, que tras operar exclusivamente una flota de origen soviético comenzó a usarlos en la guerra con Rusia.

De acuerdo con datos de Lockheed Martin, hay unos 3.100 F-16 en servicio en todo el mundo, y su versión más avanzada —que aún se produce— es el F-16 C/D block 70/72. Según su fabricante, se trata del “caza de cuarta generación más avanzado jamás construido y aporta un nuevo nivel de capacidad a las fuerzas aéreas de todo el mundo”.

Los F-16 A/B block 10/15 comprados por Argentina son más modestos y, sobre todo, más viejos: Dinamarca recibió su flota de F-16 entre 1980 y 1985, aunque los ha estado modernizando constantemente. El país europeo está ahora en el proceso de reemplazarlos por los modernos F-35, también de Lockheed Martin, y además de la venta a Argentina ha enviado otros F-16 a Ucrania.

Pero en comparación con los A-4AR Fightinghawk, una versión modernizada de un caza que voló por primera vez en la década de 1950, y los entrenadores de desarrollo argentino Pampa volados por la Fuerza Aérea Argentina, o incluso los aún más viejos Mirage III que se dieron de baja en 2015, constituye una mejora notable.

Los longevos F-16 también suman valor en comparación con los cazas volados por otro países de Latinoamérica, un continente que no se caracteriza por una fuerte inversión en Defensa. Aunque los Saab Gripen suecos de Brasil, y en el futuro Colombia, y los F-16 más modernos de Chile los superan en tecnología.

Argentina, que atravesó entre 1976 y 1983 una violenta dictadura militar, mantuvo en las décadas posteriores una relación conflictiva entre los gobiernos civiles posteriores y las Fuerzas Armadas, que se tradujo en una progresiva reducción del gasto en Defensa.

La derrota en la guerra de Malvinas de 1982, en la que Argentina perdió unas 100 aeronaves, entre aviones y helicópteros, tensó aún más la situación.

Ahora, Milei está dando señales de un renovado interés en el equipamiento de las Fuerzas Armadas: además de los F-16, se compraron aviones de control y vigilancia Lockheed P-3C Orion para la Armada, vehículos de combate Stryker para el Ejército y el Gobierno está a la búsqueda de procurar submarinos franceses (no opera este tipo de buque tras la trágica pérdida del ARA San Juan, que desapareció en 2017 con sus 44 tripulantes a bordo).

Todavía no está claro qué piensa hacer Argentina con este nuevo equipo militar, más allá de la intención, como señaló el comunicado del Ministerio de Defensa, de restaurar capacidades perdidas. Pero en un mundo cada vez más atravesado por conflictos, de Gaza a Ucrania, la Defensa ha vuelto a estar en la agenda.

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