Trump vive un momento histórico, pero podría enfrentar un fuerte revés

Casi siete meses después de iniciado su segundo mandato, el presidente Donald Trump se encuentra en la cima de sus victorias políticas de gran alcance y de sus juegos de poder personal indiscutibles, irrumpiendo en cada rincón de la vida estadounidense para imponer su voluntad y su visión del mundo.

Pero su presidencia podría estar a punto de entrar en una nueva fase, a medida que las consecuencias de sus políticas y las repercusiones políticas de su ritmo frenético comienzan a evidenciarse, y que la vida de los estadounidenses y de millones de personas en el extranjero siente el impacto de su ambición desmedida

Lo ha hecho todo, rápido y todo a la vez.

Está obsesionado con matar a sus dragones más grandes, como el libre comercio global, y con objetivos más hogareños que la mayoría de los presidentes no se molestarían en perseguir, como restablecer un examen de aptitud física presidencial en las escuelas o poner su sello arquitectónico en la Casa Blanca.

Su impulso comercial es clásico de Trump. Impuso los aranceles más punitivos a las importaciones desde la Gran Depresión, basándose en una obsesión personal de toda la vida con una teoría económica ridiculizada por los expertos. Afirma estar reactivando la manufactura, pero el sector perdió un total neto de 14.000 empleos entre mayo y junio, según datos federales.

Y los aranceles —un impuesto a todos los que compran bienes— podrían disparar la inflación.

El presidente ha cumplido su palabra y ha asegurado la frontera sur, honrando una promesa que lo ayudó a recuperar la Casa Blanca.

Pero ¿se sentirán ahora los estadounidenses reacios a aceptar sus draconianos métodos de deportación, mientras agentes federales con máscaras barren a sus vecinos de las calles y la administración construye campamentos armados para retener a inmigrantes indocumentados?

Trump se anotó un triunfo legislativo al aprobar su “gran y hermoso proyecto de ley” y extender los recortes de impuestos de su primer mandato. La Casa Blanca insiste en que la medida impulsará un crecimiento económico vertiginoso y la creación de empleo. ¿cómo se verá este regalo a los ricos si provoca el cierre de hospitales rurales y miles de personas pierden Medicaid?

El secretario de Salud y Servicios Humanos de Trump, Robert Kennedy Jr., promete “Recuperar la salud en Estados Unidos”. Pero los riesgos son enormes, especialmente si la cancelación por parte de Kennedy de US$ 500 millones en fondos para vacunas como las que pusieron fin a la pandemia de Covid-19 expone a Estados Unidos a una nueva crisis de salud pública que podría costar miles de vidas.

Mientras tanto, Trump se prepara para su decisión más trascendental en política exterior hasta la fecha, al recibir al presidente de Rusia, Vladimir Putin, en Alaska este viernes para intentar reparar su fallido intento de poner fin a la guerra en Ucrania.

Un avance podría salvar miles de vidas e incluso otorgarle su ansiado Premio Nobel. Pero si cede ante las demandas de Putin, Trump podría cometer un error histórico que allane el camino para una futura expansión rusa y destruya la imagen que él mismo ha creado en la Casa Blanca como “el presidente de la paz”.

Hay un hilo común que recorre la mayoría de las acciones de Trump, ya sea intimidar a sus enemigos políticos y utilizando el sistema legal como arma, o forzando concesiones comerciales de pequeñas y vulnerables naciones. Siempre evalúa su influencia sobre un adversario y busca imponer su voluntad personal.

Pero si bien exhibir el poderío estadounidense puede ser efectivo, Trump también está distanciando a aliados que fueron multiplicadores de fuerza del poder global estadounidense. ¿Qué ocurrirá la próxima vez que Estados Unidos necesite ayuda de sus amigos, por ejemplo, después de un ataque similar al del 11-S? ¿Permitirán las poblaciones descontentas que los líderes a los que intimidó se apresuren a defender a Estados Unidos?

Trump, mientras tanto, también podría estar empujando a aliados enfurecidos a los brazos de una nueva superpotencia: China. Y su fracaso hasta ahora para obtener concesiones comerciales de un Beijing, que sigue usando los metales de tierras raras como su as bajo la manga, podría minar su agenda comercial más amplia.

Las apuestas de Trump son enormes y arriesgadas. Quizás muchas den resultado. Pero la historia está llena de presidentes que malinterpretaron su mandato y se extralimitaron.

Si algunas de las políticas más ambiciosas de Trump generan resultados adversos, los próximos meses podrían mostrar si la gravedad política logrará imponerse.

El presidente ya está en una situación muy difícil en las encuestas. Su índice de aprobación ronda el 40 % en la mayoría de las encuestas. Y el fracaso de la administración para sofocar el escándalo por su negativa a publicar los archivos de Jeffrey Epstein ha puesto de manifiesto, por primera vez, una división en la base de Trump.

Podría llegar un momento nacional peligroso si la opinión pública se vuelve radicalmente contra Trump y los republicanos parecen estar a punto de pagar las consecuencias en las elecciones intermedias del próximo año. Después de todo, se trata de un presidente que cree tener un poder casi ilimitado e intentó robar unas elecciones que perdió en 2020.

La creciente veta autoritaria de Trump se refleja en el desbloqueo de amplios poderes ejecutivos mediante dudosas emergencias nacionales. Sus ataques contra el poder judicial, los medios de comunicación, las universidades y los funcionarios en administraciones anteriores ya amenazan los principios del gobierno republicano.

Esto ocurre un año antes de que presida el 250 aniversario de la revolución estadounidense, que se deshizo de los caprichos irresponsables de los reyes, a quienes Trump cada vez se parece más.

El presidente ya está preparándose para una reacción política negativa.

Algunas de sus recientes medidas, incluido el despido del funcionario gubernamental que preside sobre los datos de desempleo y su intento de crear cinco nuevos escaños en la Cámara de Representantes de Estados Unidos a partir de una manipulación sin precedentes de los distritos electorales de mitad de ciclo en Texas, parecen intentos de subvertir la realidad y evitar pagar el precio político si la economía empeora.

Los aranceles son el ejemplo más contundente del éxito de Trump a la hora de cambiar las convenciones políticas y económicas. Estados Unidos dedicó décadas a construir un sistema global de libre comercio. Trump lo ha destruido en cuestión de semanas.

“Estamos recibiendo billones de dólares”, dijo Trump en una entrevista con la CNBC la semana pasada, hablando de los ingresos del Gobierno por los aranceles de importación. Pero, aunque Trump nunca lo admita, el precio final de los aranceles lo pagarán los consumidores estadounidenses, que ya están cansados de un mayor costo de los alimentos y la vivienda.

La administración afirma que la economía mundial se ajustará a aranceles que comenzarán en el 10 % y aumentarán mucho más en algunos países, y que todos los estadounidenses saldrán beneficiados. Hasta ahora, Trump ha evitado las peores consecuencias de las reformas a las que se oponen casi todos los economistas.

“En este momento, los aranceles no están necesariamente creando el caos económico que creo que se pronosticó”, declaró Kristen Soltis Anderson, encuestadora y estratega republicana y comentarista política de CNN, en “State of the Union” este domingo. Pero la situación cambiará si el aumento de precios se transmite a los consumidores.

“Es difícil encontrar una salida a la situación si los precios realmente están subiendo, si estos minoristas dicen: ‘Hemos estado absorbiendo parte de esto durante un tiempo, pero vamos a tener que parar’. Existe un potencial real de repercusión política”, indicó.

Trump ha estado celebrando la victoria durante días, promocionando acuerdos comerciales tras intimidar a socios como Japón, Indonesia y la Unión Europea para que firmaran pactos que beneficiaron desproporcionadamente a Estados Unidos. Pero la letra pequeña de dichos acuerdos sugiere que son menos impresionantes de lo que parecen.

Los cientos de miles de millones de dólares prometidos en inversión extranjera en Estados Unidos son cuestionables. Los gobiernos extranjeros no pueden obligar a las empresas a invertir en Estados Unidos. Y la mayoría de los acuerdos no abren, como afirma Trump, sectores protegidos de los mercados extranjeros a los productos estadounidenses.

En el mejor de los casos, incluyen compromisos para que Estados Unidos y sus adversarios comerciales colaboren para encontrar soluciones. Y si bien el comercio con Estados Unidos está sujeto a aranceles, otras naciones aún pueden comerciar libremente entre sí, lo que significa que tienen un incentivo para buscar mercados no estadounidenses.

Otra área peligrosa para Trump es la inmigración, su tema insignia, que lo ayudó en dos ocasiones a ganar la presidencia, pero que condujo a medidas extremas de control que alienaron a los moderados en su primer mandato. El enfoque ha sido aún más punitivo en su segundo.

Migrantes indocumentados han sido enviados a El Salvador a una prisión opresiva. Se han vulnerado los derechos al debido proceso de algunos migrantes. Y el gobierno planea más campamentos para migrantes como el ya notorio “Alligator Alcatraz” en Florida.

Esto ha estado acompañado de demostraciones de dureza para atraer a los votantes más radicales de Trump.

Pero el senador de Arizona, Mark Kelly, demócrata del estado fronterizo, advirtió este domingo que Trump había ido demasiado lejos. “El tema de la seguridad fronteriza bajo el presidente Biden no estaba funcionando. Y presioné a la administración al respecto”, dijo Kelly en “Face the Nation” de CBS. “Pero ahora hemos dado un giro radical en otra dirección. Y no creo que esto sea lo que el pueblo estadounidense quiere tampoco”.

En una encuesta de CNN realizada el mes pasado, el 55 % de los encuestados afirmó que el presidente había ido demasiado lejos en la deportación de inmigrantes que viven sin permiso en Estados Unidos. Esta cifra ha aumentado 10 puntos desde febrero. La mayoría también se opone a la construcción de grandes centros de detención para alojar a los migrantes arrestados y a los miles de millones de dólares en gastos incluidos en el ambicioso proyecto de ley de Trump.

Aprobar ese proyecto de ley fue el mayor logro legislativo de Trump en sus dos mandatos. Fue aún más impresionante dada la escasa mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Pero también es una de las medidas más impopulares que Trump ha tomado. Aproximadamente 6 de cada 10 estadounidenses se oponen al proyecto de ley y la mayoría prevé que perjudicará la economía.

Trump es un político singular, y le ha ayudado un Partido Republicano que marcha a su ritmo y un Partido Demócrata desorientado.

Pero a menos que Trump haya destrozado la lógica política mientras rompía el molde de la presidencia, podría estar avecinándose un ajuste de cuentas.

Lo que ocurra a continuación definirá cómo la historia recordará su segundo mandato.

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