Por temor a ser arrestados por ICE, los repartidores migrantes de Washington cambian de táctica o abandonan la ciudad

Yakson tenía que recoger una entrega en el barrio de Mount Pleasant en la ciudad de Washington, pero primero observó la calle en busca de agentes de inmigración. Una camioneta blanca estacionada cerca parecía sospechosa. Se quedó mirando por la ventanilla del camión en busca de señales de un agente. Solo cuando todo pareció despejado, entró corriendo al restaurante y aceleró la recogida.

“La gente tiene miedo”, declaró a CNN, con la vista fija en la camioneta.

La decisión del Gobierno de Trump de aumentar la presencia de las fuerzas del orden federales en la ciudad de Washington ha transformado el ritmo diario de la vida de los inmigrantes en la capital del país. Con ICE ahora trabajando junto a la policía local, muchos repartidores de comida —una fuerza laboral que incluye a muchos migrantes venezolanos— dicen que ya no se sienten seguros cuando esperan sus pedidos.

Algunos han cambiado las motos por bicicletas para evitar ser vistos o detenidos por infracciones de tránsito, mientras que otros han abandonado la ciudad por completo, lo que ha dejado a los negocios locales lidiando con retrasos en los pedidos, la desaparición de clientes y fuertes caídas en las ventas. Decenas de repartidores en la ciudad de Washington solían reunirse afuera de los negocios mientras esperaban que sus teléfonos sonaran para indicar la siguiente recogida. Las esquinas que antes vibraban con salsa, reggaetón y animadas conversaciones se han quedado en silencio desde el inicio de la ofensiva policial de Trump en la capital.

CNN ha informado que, en las dos primeras semanas de la ofensiva de Trump el mes pasado, el número de arrestos por parte de ICE se multiplicó por más de diez en comparación con el promedio de arrestos en el distrito. Muchos residentes en barrios con gran población migrante ahora temen ser detenidos por ICE, y los repartidores tienen especial temor.

José, un repartidor venezolano, declaró a CNN que cambió la moto por la bicicleta para reducir las posibilidades de ser arrestado.

“Tengo a mi esposa y mis dos hijos en Venezuela (a quienes les envío dinero) y aún tengo que pagar las cuentas (aquí)”, dijo José, quien se negó a compartir su apellido.

José salió de Venezuela hace dos años en busca de un futuro mejor en medio de la crisis política y económica del país, que se ha agravado bajo un gobierno cada vez más autoritario.

Declaró a CNN que ser repartidor fue su manera de llegar a fin de mes. Comentó que, tras la ofensiva policial en Washington, sus ingresos han disminuido.

“Es difícil, muy difícil”, dijo José al hablar del entorno laboral actual.

Durante el gobierno de Biden, miles de venezolanos obtuvieron el Estatus de Protección Temporal (TPS), lo que les otorga autorización para trabajar y protección contra la deportación. El gobierno de Trump ha tomado medidas para eliminar el TPS.

Otro conductor, que lleva tres años en la capital, declaró a CNN que ha presenciado arrestos que considera injustos. “No todos hacen cosas malas; las personas merecen respeto como seres humanos”, afirmó.

Añadió que muchos conductores han dejado de trabajar debido a la situación actual.

“He visto menos repartidores en las calles porque la gente tiene miedo de ser deportada. Si alguien hace algo mal, está bien, que se aplique la ley. Pero quienes trabajan duro todos los días merecen la oportunidad de seguir haciéndolo”, dijo.

Otra repartidora, que pidió permanecer en el anonimato, tenía una simple súplica: “Déjennos trabajar”.

“Hay mucho miedo”, continuó. Hace dos años, huyó de Venezuela con su hija pequeña y su hermana en medio de la agitación política y social del país. “Es un desastre”, dijo sobre su país natal.

Empezó a trabajar como repartidora hace seis meses, atraída por el horario flexible que le permitía ganar un ingreso mientras cuidaba a su hija.

Su hermana, también repartidora, comparte el mismo temor. Si algo les sucediera a cualquiera de ellas, le preocupa que su hija se quede sola, sin una familia en Estados Unidos a la que recurrir.

“Estoy triste, asustada, deprimida. Ya no voy a la ciudad de Washington. Ninguna de las repartidoras lo hace; todas tenemos niños pequeños”, dijo. “Mis ventas han bajado y sigo manteniendo a mis padres y a mi abuela en Venezuela. Mi abuela está muy enferma y yo ayudo a cuidarlos a todos”.

Algunos de los repartidores en motocicleta son migrantes venezolanos que llegaron a Washington en 2022, transportados en autobús desde Texas. Buscaron trabajo y descubrieron que el reparto de comida a domicilio para las aplicaciones no solo era un trabajo estable y muy solicitado, sino que también fácil de conseguir.

Las aplicaciones de reparto como Uber Eats, DoorDash y Grubhub tienen distintos requisitos para sus repartidores. Algunas exigen el número de la Seguridad Social y la licencia de conducir, mientras que otras solo piden una identificación oficial, una brecha que ha hecho que ciertas plataformas sean más accesibles para los trabajadores inmigrantes.

Un video grabado por un reportero de The Washington Post sobre el reciente arresto de un conductor de ciclomotor se viralizó en redes sociales. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que el conductor había llegado a Estados Unidos ilegalmente desde Venezuela y tenía una orden de deportación emitida por un juez de inmigración.

Leavitt ha defendido la federalización de la ciudad de Washington al afirmar que el gobierno está comprometido a que “vuelva a ser segura y hermosa”.

Sin embargo, defensores de los derechos de los migrantes afirman que el cambio ha alimentado un clima de ansiedad entre los repartidores de comida. “Un gran temor es que los detengan y asuman que son indocumentados, lo sean o no, y luego los arresten”, declaró Catherine Rubio, del Centro de Recursos Centroamericanos. “Existe el temor de que, por ser conductores de ciclomotores, sean blancos de persecución”.

Al sentirse inseguros en la ciudad, algunos repartidores se han mudado a Maryland o a Virginia, mientras que otros han abandonado el trabajo por completo y ahora tienen dificultades para pagar el alquiler y las facturas, según Amy Fisher, organizadora de Ayuda Mutua de Solidaridad Migrante.

Algunos negocios también se han visto afectados.

Dinesh Tandon, propietario del restaurante indio Indigo junto con su esposa, afirmó que las ventas a domicilio han caído aproximadamente un 30 % en las últimas semanas. “Antes, los pedidos se recogían al instante, sin demoras. Ahora esperamos a los repartidores; a veces ni siquiera aparecen”, declaró a CNN. En Mount Pleasant, otro restaurante reportó una caída del 60 % en sus ganancias debido a la escasez de repartidores.

En la cercana Columbia Heights, negocios de propietarios latinos describen escasez de personal en las cocinas tras el arresto de trabajadores, mientras que los clientes habituales ahora evitan los corredores comerciales del barrio. Un empleado de un supermercado comentó que sus horas se redujeron a solo dos o tres días a la semana y que varios compañeros de trabajo ya habían sido arrestados.

Héctor, dueño de un negocio en Mount Pleasant, quien se negó a dar su apellido, pero se hace llamar “El Dominicano”, dijo: “Como pueden ver, mis ventas han bajado”, señalando su cafetería casi vacía.

“Acabábamos de abrir, pero desde que ICE empezó a aparecer en el barrio, la gente tiene miedo, no solo los latinos, sino también los estadounidenses”, dijo.

Al preguntarle si sentía personalmente el impacto, un conductor venezolano habló de su fe. “Creo que Dios es más fuerte que todo. Él da y quita poder. Si me pasa algo malo, es porque Él lo permitió. No tengo miedo de lo que pueda pasar; simplemente pongo mi esperanza en Él”.

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