Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades durante varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento, productora de cine y columnista de estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivamente suyas. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion.
(CNN Español) — Se han cumplido recientemente 27 años de la trágica muerte de la princesa Diana de Gales y nos preguntamos: ¿cuál fue la huella más fuerte e importante que dejó? ¿Su obra más trascendente? ¿Ha marcado su influencia -como una royal rebelde y moderna que rompió moldes- el futuro no muy lejano de la monarquía británica? ¿Cambió la princesa Diana -sin que esa fuera su intención- el destino de la monarquía?
En una visita reciente que hice al Palacio de Buckingham en Londres, rodeada del lujo y boato de la histórica estructura y fascinada con sus maravillosas obras de arte y enormes jardines, me asaltó una inmediata reflexión sobre el verdadero deber de una monarquía y su razón de existir en un mundo tan complejo y lleno de problemas.
Aquella imponente atmósfera, más de elegante museo que de hogar, donde vivió muchas décadas la reina Isabel y donde creció el rey Carlos III, poco tenía que ver con la naturaleza espontánea y juvenil de Diana. Y aunque ella era de origen aristocrático por su familia Spencer, la Diana jovencísima que se comprometió con el muy obediente y protocolario Carlos ya era una chica moderna, independiente y dueña de su vida cuando lo conoció.
Diana comenzó a disfrutar de esa libertad quizás antes que muchas jóvenes de su edad. A los 18 años dejó su vida en el esplendoroso hogar familiar de Althorp. Le esperaba Londres y una nueva vida.
Y pienso que por eso mismo –por esa naturalidad de su carácter y la libertad que había logrado en su joven vida- su legado es un ejemplo mucho más natural, nada protocolario, que se gestó trabajando como millones de jóvenes inglesas, y así se robó el corazón del pueblo, que la vio tal como era y que sigue amando y respetando su recuerdo.
Diana proyectaba más bondad, más solidaridad, más humanidad que las royals de aquellos años… Y, en esa misma reflexión que hice durante mi visita al palacio de Buckingham, también me pregunté si un eventual reinado de William proyectaría esos valores que exhibió su madre hace casi tres décadas.
El príncipe William ayuda a descargar bandejas de comida de la furgoneta de Surplus to Supper, una organización benéfica de redistribución de excedentes alimentarios, el 18 de abril de 2024. (Crédito: Ian Vogler/AFP/Getty Images)
Creo que hay un punto de partida. En los años anteriores a la muerte de la reina Isabel II, varios asesores de la monarquía británica habían promovido la idea de reducir los gastos de la institución y designar a un número menor de familiares en cargos oficiales. En un futuro (lejano o no tan lejano) reinado de William -en una monarquía milenaria y siempre conservadora- esa tendencia podría ser más marcada, aunque la princesa real Ana -la muy respetada y trabajadora hermana del rey- no está de acuerdo con estos planes y así lo dijo a la Canadian Broadcasting Company poco después de la coronación de Carlos en mayo de 2023.
El gran interés de William en la labor social y su deseo de que los royals sean una presencia útil y positiva en la sociedad británica quizás sea un aprendizaje heredado de su madre. Y tanto él como su hermano Harry, aunque en estos momentos tengan una relación distante, crecieron con la gran influencia de ella. Desde muy niños Diana los expuso a la realidad del mundo donde vivían y ambos fueron testigos de su continua labor en beneficio de los demás. ¡Y así, creciendo con ese ejemplo, ambos hermanos lo practican con todo tipo de patrocinio solidario!
Y si a esto añadimos su matrimonio con una mujer como Kate Middleton, cuya sólida crianza de clase media alta inglesa le ha hecho conocer el valor del trabajo y de las relaciones familiares, refuerza las ansias del heredero de la corona de dejar su marca como un digno hijo de Diana. Como un hombre generoso y moderno que quiere ser un buen rey del siglo XXI.
Veremos a ver qué nos traen los próximos tiempos, pero mi opinión es que los cambios se avecinan y la mesa está servida. ¿O no?
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