«Haría lo que fuera por mi nieta»: incertidumbre en beneficiarias de asistencia social por cierre del Gobierno en EE.UU.

El Programa de Nutrición Suplementaria Especial para Mujeres, Bebés y Niños (WIC, por sus siglas en inglés) es uno de los esquemas de ayuda que se han visto afectados por el cierre del Gobierno de Estados Unidos.

A inicios de octubre, la Asociación Nacional del WIC dijo que si el Congreso no lograba llegar a un acuerdo sobre la financiación federal, el programa corría el riesgo de quedarse sin fondos en una o dos semanas.

El programa, que tiene 50 años de antigüedad y desde hace tiempo cuenta con apoyo bipartidista, recibió US$ 300 millones para seguir operando unas semanas más durante el cierre del Gobierno, dijo el miércoles una fuente con conocimiento del tema. El dinero proviene de los ingresos arancelarios sobrantes del año fiscal pasado (que terminó el 30 de septiembre) que normalmente se utilizan para financiar programas de nutrición infantil.

A pesar de este salvavidas de US$ 300 millones, las casi 7 millones de mujeres embarazadas, madres primerizas, bebés y niños pequeños que son beneficiarios del WIC siguen enfrentándose a la incertidumbre de lo que pueda pasar con el programa a corto y largo plazo.

Todo el rumor sobre la posible falta de fondos del WIC está impulsando a Sheila Epps a ir al supermercado ahora mismo para agotar el resto de los beneficios mensuales que recibe para su nieta de un año, Nurianna, de quien tiene la custodia.

A Epps le preocupa que los beneficios simplemente desaparezcan, dejándola sin ayuda para comprar leche, pan, jugo, huevos y queso.

Si Sheila –residente de Rochester, Nueva York– no recibe sus beneficios de octubre, ella y su esposo, Erik, tendrán que echar mano de sus ahorros. Si el cierre continúa, podría buscar un segundo trabajo, como conducir para Uber.

“Haría lo que fuera por alimentar a mi nieta”, dijo Epps, quien trabaja en tecnología en una empresa de servicios financieros y cuyo esposo trabaja en la industria manufacturera.

El WIC ayuda a los beneficiarios a comprar fórmula infantil, comida para bebés, queso, yogur, pan, mantequilla de maní, frutas, verduras y otros alimentos básicos, además de brindar apoyo para la lactancia materna y la nutrición.

Los asesores de lactancia y nutrición del WIC ayudaron a Nicole Echols a adaptarse a su primer embarazo. Nicole, residente de Miami, sintió que podía hacerles cualquier pregunta sin prisas y calificó ese apoyo personalizado como “invaluable”.

Los beneficios de comestibles también han sido un respaldo crucial para ella y su hijo Jason, de dos meses, especialmente a medida que expande su empresa de consultoría de desarrollo sostenible, UpBeat Eco. Si no recibiera sus beneficios a mitad de mes como estaba previsto, tendría que cargar sus compras de alimentos a una tarjeta de crédito y reducir el consumo de frutas y verduras frescas, lo que la hace dudar, ya que está amamantando.

“No es algo que quiera hacer, pero tendría que hacerlo porque no tengo dinero”, dijo Echols, y agregó que probablemente compraría comida congelada en una bolsa grande para que le dure más.

Lesley Urrutia, que vive en Los Ángeles, California, es beneficiaria del WIC desde que su hijo nació hace tres años.

Dice que, si no recibiera sus beneficios del programa, le “afectaría mucho” porque su hijo tiene autismo y solo come productos de ciertas marcas.

“Mi niño no come cualquier cosa, él come mucha fruta. Si no tuviera toda la fruta que Mother’s Nutritional ofrece, me tocaría buscar en otro lado cosas que es bien difícil encontrar”, asegura Urrutia, quien es estilista desde hace 10 años.

Su hijo “se enferma bastante”, dice Urrutia, por lo cual tiene que comprar diario tres empaques de mandarinas de una marca específica para reforzar las defensas del niño.

“Si no la encuentro por otro lado, sus defensas pueden bajar y puedo estar en el hospital con él”, agrega.

Barbie Anderson intenta ahorrar la leche que toman sus tres hijos pequeños en caso de que no reciba sus beneficios del WIC.

Aunque Anderson y su esposo trabajan, han dependido del programa federal de asistencia alimentaria para estirar su presupuesto de comestibles desde que nació su hijo mayor, hace nueve años. El dinero es especialmente importante porque los precios son muy altos en el supermercado más cercano a su hogar, en una zona rural en el norte de Minnesota; un galón de leche (casi cuatro litros) cuesta más de US$ 5.

Los beneficios del WIC que recibe su hijo, de 3 años, le permiten comprar naranjas y jugo de naranja —que considera vitales para fortalecer el sistema inmunológico de los niños y evitar que tengan que ir al médico— y adquirir artículos esenciales. Es la única asistencia pública que recibe la familia.

“No tenemos dinero para comprar leche, huevos ni todo lo que los niños necesitan ahora mismo”, dijo Anderson, quien trabaja en cobranza a tiempo parcial, mientras que su esposo trabaja en un almacén de madera. “Siempre hemos tenido dificultades, pero ahora nos cuesta aún más intentar salir adelante”.

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