Un niño de 3 años fue hallado solo en la calle y nunca conoció su origen. 48 años después, su hijo busca develar el misterio

Cuando Matías Lanchas estaba en jardín de infantes, le pidieron una tarea que, a simple vista, parecía sencilla: armar su árbol genealógico. Décadas después, esa tarea sigue incompleta: Matías desconoce la historia de su padre, Omar. La razón es que cuando el hombre tenía 3 años, fue hallado solo en una calle de la provincia de Buenos Aires y nunca supo nada de su familia. Ahora, Matías intenta encontrar las respuestas que le permitan terminar esa tarea.

“Lo mejor sería lograr ese sueño de saber de dónde venimos. Del lado de mi mamá lo sé, y del otro lado no, hoy es una nube”, dice a CNN Matías Lanchas, de 32 años.

Su padre, Ezequiel Omar Bianchi, el nombre que le dio la familia que lo adoptó un año después del episodio, falleció en junio de 2022.

En octubre de 2024, Matías sintió que ya no podía seguir viviendo con esa incertidumbre: ahora es su hija la que regresa del jardín con un árbol genealógico que él no puede completar. Y él quiere hacer lo que esté a su alcance para reconstruir lo que pasó 48 años atrás.

El lunes 29 de agosto de 1977 en pleno invierno en Argentina, un niño de 3 años que decía llamarse Omar —o eso se entendía a partir de su lenguaje impreciso, propio de su edad— vestía una remera blanca y roja a cuadros grandes, pantalón de corduroy verde y zapatillas blancas. Nadie pareció advertir que viajaba solo en un colectivo de la línea 373 y que bajó en la ciudad de Quilmes, provincia de Buenos Aires. Ese era el final del recorrido del autobús.

Al descender en el barrio La Paz, ubicado al oeste de esa ciudad, Omar se puso a jugar con un grupo de niños que vivía en la esquina de la parada de colectivo. Con el paso de las horas, la madre de los pequeños se acercó y le preguntó dónde era su casa, pero Omar apenas pudo responder cómo se llamaba: “Omar, bomar”.

La mujer, que según consta en el expediente judicial era de apellido Verón, lo llevó ante las autoridades de la policía local a la comisaría de La Cañada. Los oficiales afirmaban que no tenían registro de ninguna denuncia por la búsqueda de un menor en la zona en las últimas horas. Otro matrimonio del barrio, que también fue a la comisaría, se ofreció a cuidarlo temporalmente a la espera de novedades. Pero en los meses que siguieron nadie se presentó a buscarlo.

Con el paso de los meses, el 18 de julio de 1978, el matrimonio dijo que ya no podría seguir con la guarda del menor. Argumentaron que el niño tenía problemas de conducta y, entre otras razones, lo atribuían a que quería regresar a su hogar.

El niño “se escapaba” para ir a la calle, “donde quería subirse al micro para volver a su casa. (…) cuando ve el colectivo dice que es donde él viajó y pretende tomarlo y recuerda mucho el episodio vivido”, se lee en el expediente al que accedió CNN.

Con un manejo del lenguaje propio de sus tres años, Omar decía que tenía un hermanito, al que mencionaba como “Bocha”, y decía que su mamá se llamaba “Vivas”. En el registro judicial del caso se deja constancia de que el niño tenía ciertos problemas en el habla.

“Cuando yo tenía aproximadamente 13 años lo hablé con él y, si bien era muy reservado con esto, porque obviamente le afectaba mucho, me dijo que él siempre quiso volver con los padres”, cuenta su hijo Matías.

Entre los recuerdos que Omar le transmitió a su hijo sobre el último día en que vio a su familia, hay una situación de riesgo. Recuerda que alguien ingresó a su casa, también haber visto un presunto agente de policía y una instrucción clara de su papá. “El recuerda que ese día el padre lo agarró y le dijo que corriera. Y él corrió. Dice que en la parada de colectivo lo suben. Y ahí se queda hasta la última parada de Quilmes”, relata Matías.

“Fue algo que siempre tuvo muy presente… Y él recuerda que tenía una familia, recuerda a su madre, a su padre y recordaba a un hermano”, asegura su hijo.

La línea de colectivo 373 recorría por ese entonces varias ciudades y municipios de la provincia de Buenos Aires. La gran extensión del trayecto complicó aún más poder determinar dónde subió el menor, por lo que no hay precisiones del origen del viaje para enfocar allí la búsqueda de su familia.

Los pocos datos que el pequeño recordaba no fueron suficientes para encontrar respuestas.

Ya sin adultos responsables que pudiesen cuidar de él temporalmente, ni tampoco rastro de su familia de origen, un juez dispuso el traslado y la internación del menor en un instituto estatal de la ciudad de La Plata, de acuerdo con los registros del caso.

Esa decisión marcaría el destino de Omar.

Lorenzo Humberto Bianchi y Cecilia Teresa Domínguez eran un matrimonio de adoptantes que vivía en La Plata. Tenían 44 y 46 años respectivamente, y llevaban 9 de casados. Pese a intentarlo, no habían podido tener hijos. Al enterarse de la situación del niño, se presentaron ante el juzgado y se postularon para obtener la guarda con fines de adopción.

Según los registros del caso, la pareja pidió a las autoridades llevar al niño a su casa durante los fines de semana, para que la adaptación fuese paulatina. Tenían la idea — como ocurre con muchos adoptantes — de cuidar a un bebé, y por lo tanto cierto temor de cómo sería asumir esa responsabilidad con un niño más grande. La justicia no autorizó salidas los fines de semana, pero permitió en cambio que ellos visitaran al pequeño en el instituto de menores. Y así lo hicieron.

“Cecilia Bianchi, la madre adoptiva de mi papá, me dijo que su intención siempre fue adoptar un nene más pequeño, pero se termina encariñando con mi papá. Primero le llevaba dulces, caramelos, y después hicieron los trámites para adoptarlo”, relata Matías.

Los registros del acta de nacimiento de Omar no fueron hallados, por lo que un equipo médico determinó que la edad del menor “oscilaba entre los 4 y medio, y 5 y medio años”, algo que el juez dictaminó fijar en 5 años.

Recién en diciembre de 1978, más de un año después de la separación de su familia de origen, Omar fue inscrito bajo el nombre de “Ezequiel Omar” por pedido de sus cuidadores, que también solicitaron fijar como fecha de su nacimiento el 10 de diciembre de 1973, para poder festejarle un cumpleaños.

Así Omar pasó a formar parte de una nueva familia y murió un 2 de junio de 2022 sin saber qué día, dónde ni cómo había nacido.

La relación de Matías con su papá fue distante. Sus padres se conocieron cuando eran adolescentes. Ella tenía 15, él alrededor de 17, dice Matías mientras reconstruye la historia.

Fueron padres muy jóvenes y la relación de pareja no prosperó. Matías creció viviendo con su mamá, que se casó poco después, cuando él tenía un año.

Con el paso del tiempo, Matías dice entender un poco más por qué era tan difícil para su papá tener un vínculo cercano con él. “Este tema mi papá nunca lo pudo manejar, le impidió muchas cosas en su vida. Incluso murió muy joven, antes de los 50 años. Todo esto le trajo problemas de varias índoles, adicciones y otros problemas”, cuenta.

“Lo que le pasó con la familia lo paralizaba, entonces a mí también me pasó que tampoco pude tener un padre cercano”, dice. Recuerda una charla puntual que tuvieron cuando él tenía 13 años, en la que Omar le contó parte de la historia, la única parte que conocía y que hoy Matías busca completar.

“Siempre quiso saber quiénes eran los padres, pero también a la vez creo que sentía miedo o vergüenza, o algún tipo de sentimiento. Cuando él me lo contaba, yo sentía angustia”, dice. Y si bien habían pasado años desde el episodio, Matías sentía que su papá todavía lo relataba como algo cercano y muy reciente. “Aunque había pasado tiempo, cuando me lo contó ya era grande y se ponía mal”.

El último registro en el expediente de adopción tiene fecha de 1979. Es un informe de la visitadora del tribunal, en el que reporta al juez el estado del menor: dice que lo ve bien cuidado y adaptado a la familia, que llama a sus guardadores “mamá” y “papá”, y que se muestra cariñoso con ellos.

La familia Bianchi intentó que él se sintiera como en su casa, pero algo parecía impedirlo, analiza Matías. “Ellos hicieron mucho por él, pero él siempre tuvo eso, no se sintió parte del lugar”.

El caso de Matías Lanchas y su papá se investiga desde el área de búsqueda de identidad de origen, que funciona bajo el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

Desde el área buscan a “familiares que se han desencontrado a lo largo de las décadas, o gente que fue adoptada o apropiada fuera del contexto del terrorismo de Estado, y que dice desconocer sus orígenes”, explica a CNN Alejandro Inchaurregui, a cargo de la Dirección de Registro de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

Inchaurregui tiene una larga trayectoria vinculada a la búsqueda de orígenes y desapariciones. El antropólogo fue uno de los fundadores del prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) —que identifica los restos de desaparecidos durante la última dictadura cívico militar en Argentina— y participó de la identificación de los restos de Ernesto “Che” Guevara.

Desde 2005, la dependencia tuvo alrededor de 4.500 casos de búsqueda de identidad de origen. Alrededor de 3.500 siguen pendientes, de acuerdo con información oficial.

En relación con el caso de Matías, Inchaurregui señala que, si bien no abundan los datos para profundizar en la búsqueda, “lo poco que hay es sumamente valioso”.

Matías no sabe si logrará encontrar la parte de la historia que busca, pero está dispuesto a intentarlo. Lo hace por su papá, por él y también por su hija.

En contacto con la Dirección de Registro de Personas Desaparecidas, Matías espera las respuestas de pedidos de información de juzgados penales y de menores de varios departamentos judiciales y también de medios de comunicación vinculados a las áreas de búsqueda.

Mientras tanto, espera que la difusión del caso le ayude a encontrar algo que le permita acercarse a la verdad.

“Tengo una hija de cinco años y a veces uno suele convivir con esto, pero es algo repetitivo, siempre vuelve de alguna manera. Y cuando tuve a mi hija, vuelve lo mismo cuando ella viene del jardín y me pregunta. Es algo que nunca se resolvió para mí”, dice.

Hay una familia que no encontró a su hijo y no sé qué es lo que pasó ese día, agrega Matías. “Y todas esas preguntas me gustaría resolverlas, por lo menos cerrar ese círculo que siempre tuve desde chico, las ganas de saber la verdad”.

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