Irán y Venezuela: hasta dónde llega la sociedad militar de dos países acorralados

Separados por más de 10.000 kilómetros, con culturas que tienen poco en común, Venezuela e Irán afianzaron sus vínculos en el siglo XXI con un eje compartido: dos regímenes autoritarios que se oponen a Estados Unidos y buscan asociarse para desafiar las sanciones de Washington. La alianza vuelve a quedar bajo la lupa ante el aumento de tensiones militares en el sur del Caribe y lo que Caracas considera una “guerra no declarada”.

Mientras el Gobierno de Venezuela realiza preparativos frente a un posible ataque del Pentágono en tierra, Irán ya tuvo este año su propio conflicto sin precedentes de 12 días con Israel, que culminó con un bombardeo de EE.UU. contra tres instalaciones nucleares iraníes. El presidente Nicolás Maduro rechazó esa ofensiva y en septiembre el presidente de Irán, Masud Pezeshkian, devolvió el gesto tras el primer ataque de Washington a una embarcación en el Caribe. En una conversación con el líder chavista, “condenó enérgicamente las acciones unilaterales e intimidatorias” de Washington, según reportó la agencia estatal IRNA.

Caracas, además de Irán, también mantiene relaciones fluidas con China y Rusia, países enfrentados a la Casa Blanca. Sin embargo, aun cuando Irán está sumido en conflictos y sufre para mantener su apoyo a los aliados en Medio Oriente, Venezuela mantiene la mano tendida hacia el régimen chiita.

Benigno Alarcón, fundador del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), afirma que “desde hace años hay una cooperación que va más allá de lo implícito” con estas tres naciones, y destaca la presencia de una delegación venezolana en el masivo desfile militar realizado por Xi Jinping en Beijing a inicios de septiembre, al que también acudieron el presidente ruso, Vladimir Putin, y el iraní Pezeshkian. Pero matiza que no es una vinculación simple.

“Hay cierto nivel de coordinación, el problema es que no siempre es fácil”, dijo a CNN. Además de las preocupaciones de Irán en su esfera, también Rusia y China enfrentan sus propios desafíos. “China tiene el problema de la guerra comercial brutal con Estados Unidos. Sería el más cómodo para hacerlo (vincularse a Venezuela), pero es muy pragmática”, expuso el analista. Además, afirmó que Beijing “no se siente muy cómoda con la relación con Caracas”, recordando que Venezuela tuvo que negociar períodos de gracia por la deuda que mantiene con China.

Con respecto a Rusia, Alarcón dijo que el Kremlin podría tener “un interés más directo” en Venezuela, cuya tecnología militar es en gran parte de origen ruso. “Hay un acercamiento ideológico mayor que otros, hay simpatía, a lo mejor en algún momento hubiera estado dispuesta a ayudar más, pero hoy tiene que atender más un frente que tiene abierto (con Ucrania)”, destacó.

En cambio, Alfredo Rodríguez Gómez, profesor de Relaciones Internacionales y de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de La Rioja (España), descartó que se trate de un eje coordinado. “Para mí, es una alianza entre ellos, nada más”. En ese sentido, desarrolló que “a Rusia le gustaría meter su cuña, pero no en una relación triangular”, mientras que la relación con China es “totalmente asimétrica” y lo que busca Beijing, como potencia global, es estabilidad. Por ello, sostiene que el punto en común entre las naciones es el revisionismo, pero no mucho más allá de eso.

De todas formas, los analistas consultados sí coinciden en un punto: es Venezuela quien más necesita el vínculo con Irán de lo que los iraníes requieren de Caracas.

En los últimos años el vínculo bilateral de Venezuela e Irán ha ido más allá de la retórica antiimperialista y las visitas protocolares, ya que estas dos potencias petroleras han fortalecido su cooperación en áreas estratégicas, especialmente en el sector militar, aunque las coordinaciones en este ámbito nunca se reconocieron públicamente ni en documentos. Además, Teherán ayudó a Caracas cuando el país sudamericano sufrió escasez de combustible en 2020. Sin embargo, los analistas exponen los límites de esa cooperación.

“Es una situación complicada”, indicó Rodríguez Gómez. “Irán tiene otros sitios donde poner su mirada de carácter político, estratégico, me refiero a sus proxies en Oriente Medio, o recuperar su relación con Rusia. La ayuda que proporcionó en otros años ahora no se ve”, expresó.

Irán, además, viene quedando aislado en la región frente al debilitamiento de lo que llama el “Eje de resistencia” contra Israel y Estados Unidos, incluso más tras el acuerdo de alto el fuego en Gaza, negociado por Washington.

Por el lado de Venezuela, Rodríguez señaló que Caracas también pasa por dificultades, por lo que considera que la relación con Irán, si bien no se enfría, “no pasa por su mejor momento”.

Durante la presidencia del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y la de Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013), los líderes se visitaron varias veces y buscaron establecer una red de alianzas que navegara por fuera del orden internacional establecido por Washington, con numerosos acuerdos de cooperación en varios sectores. El mandatario venezolano fue condecorado en 2006 con la máxima distinción iraní, luego de que expresara su apoyo al programa nuclear de Teherán.

“Empezó siendo algo más allá de una simple relación bilateral y pasó a ser algo de tono antihegemónico, antiimperialista. No es una alianza convencional”, dijo Rodríguez. A su vez, Alarcón la define como “una asociación estratégica que es más significativa y controvertida en el orden mundial actual”.

La llegada de Nicolás Maduro al poder no marcó un giro en la política exterior de Venezuela. Más aislado que su antecesor, continuó apoyándose en el vínculo con Irán. El contexto no es menor: Maduro ya no contaba con la bonanza económica ni con las buenas relaciones regionales que forjó Chávez. Actualmente, ni siquiera Brasil, Colombia y Chile, gobernados actualmente por presidentes de centroizquierda, muestran afinidad con Caracas.

Venezuela e Irán firmaron en 2022 un Acuerdo de Cooperación Estratégica a 20 años, con compromisos petroleros, de defensa, agricultura, turismo y servicios. El canciller de Venezuela, Yván Gil, dijo en agosto que el Gobierno de Maduro seguirá “consolidando y expandiendo” ese pacto. Pero el documento nunca fue divulgado, lo que sigue generando interrogantes sobre su alcance.

“Conocer exactamente qué están haciendo es más complicado”, dijo Alarcón a CNN. “Ha habido apoyo en la industria petrolera. Irán también ha sido proveedor de solventes para la industria, y ha ayudado con el tema del bloqueo (de EE.UU.) y el control petrolero”, agregó, pero poco se sabe de otras áreas, como la cooperación en seguridad, un tema sensible para las autoridades venezolanas.

Desde hace más de una década, Washington ha advertido a América Latina a no “profundizar” sus lazos con Irán, al que considera un estado “patrocinador del terrorismo”, lo que también expone a países o empresas que negocien con la nación islámica a posibles sanciones secundarias. En 2020, cuando Caracas acudió a Teherán para obtener combustible —no hubo cifras oficiales de la cantidad, precio o método de pago—, EE.UU. interceptó un cargamento de millones de barriles iraníes con destino a Venezuela y un año después presionó para el desvío de buques iraníes que se dirigían a Sudamérica.

Caracas y Teherán, que tienen unos 300 acuerdos firmados, están cerca de finalizar un tratado de libre comercio, según la cadena estatal iraní Press TV, aunque las transacciones son relativamente bajas. Venezuela envió bienes por menos de un millón de dólares en 2022 (principalmente autopartes), mientras que compró productos a Irán por menos de US$ 30 millones, en su mayoría vehículos y autopartes, de acuerdo con datos del Observatorio de Complejidad Económica.

Aunque diversos analistas de seguridad afirman que Irán ha brindado asistencia a Venezuela en el desarrollo de drones de uso militar, Caracas nunca confirmó un supuesto acuerdo de transferencia tecnológica. En julio, Maduro pidió en un acto fortalecer la “defensa aérea y antiaérea con tecnología propia” y también con “la ayuda de los grandes aliados y amigos del mundo”, pero sin menciones específicas.

De esta forma, los vínculos más estrechos conocidos públicamente continúan siendo a nivel diplomático.

Maduro viene preparando el escenario ante una posible escalada de las tensiones con Washington. El líder chavista ordenó maniobras militares y firmó un decreto de conmoción externa que, según el Gobierno, se activaría en caso de una agresión de las fuerzas estadounidenses. Si se produce un ataque en territorio venezolano, las miradas también se posarán en la reacción de los aliados del Palacio de Miraflores, dada la gran disparidad de las capacidades militares de las partes.

Sin embargo, los analistas consideran muy remota la posibilidad de que Irán se involucre en un eventual conflicto, señalando los límites de la lógica del “enemigo de mi enemigo”.

“Veo difícil, casi imposible, que Irán traspase esa raya en el sentido de que en un momento dado vaya a proporcionar apoyo militar duro, o un envío de tropas. Esa raya nunca la van a pisar, no creo que estén dispuestos a tanto”, dijo Alarcón.

El analista venezolano considera que Teherán podría tener acciones “discretas, indirectas, sin exponerse demasiado” para asistir a Venezuela, pero duda que vaya más allá de eso. “No veo a Irán abriendo otro frente, sobre todo después de lo que pasó con el bombardeo de EE.UU.” de julio, comentó.

Rodríguez Gómez también descarta una asistencia militar abierta de Irán a Venezuela que vaya más allá de consultas, asesorías o compartir información de inteligencia. “Una cosa es el discurso, otra la realpolitik”, expresó.

“A Irán lo que le interesa de verdad, estratégica y militarmente, no es Venezuela, son sus propios problemas en Oriente Medio, donde pretende ser una potencia regional. Irán ya tiene bastante: un frente abierto con Hamas (en Gaza), con Hezbollah (en el Líbano) y con los hutíes (en Yemen)”, señaló.

Si bien Venezuela mantiene a potencias en su esfera ideológica y busca la sombra protectora de Moscú, la pragmática atención de Beijing y la solidaridad de Teherán, puede que ninguno de estos puentes sea lo suficientemente sólido como para asegurar su respaldo concreto en caso de escalada militar.

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