Este año será un Día de Acción de Gracias muy diferente a todos los demás. Esteban Ríos es esposo, padre, abuelo. Su familia dice que es el pilar de la casa, el que toma las fotos y quien habla sin parar durante la celebración. Sin embargo, su lugar en casa estará vacío este jueves como consecuencia de la ofensiva migratoria del Gobierno de Donald Trump.
“Mi familia se perdió”, dice a CNN Luisa Rodríguez, esposa de Ríos, al hablar de la ausencia de su pareja tras ser deportado hace poco más de un mes. “Esperemos que pronto pase esta pesadilla”.
A finales de septiembre, Ríos (de 56 años) y Rodríguez (de 48 años), que vivían en Estados Unidos desde hace décadas, fueron a la base militar Camp Pendleton, en California, para recoger a su hija Ashley Ríos (de 20 años) y a su yerno —quien es marino en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos— e invitarlos a desayunar.
Rodríguez cuenta que en la entrada de la base militar les pidieron, como es costumbre, sus identificaciones. Pero ese día el proceso fue más largo de lo habitual. Las autoridades llamaron a agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para inspeccionarlos. Ambos inmigrantes llamaron a Steve Ríos, su hijo mayor que también es marino y que se encontraba en la misma base militar. Salió, pero no se logró nada. Horas después, sus padres estaban en una oficina de inmigración en San Diego, donde les colocaron una tobillera electrónica para darles seguimiento.
Poco después, en los primeros días de octubre, Luisa señala que ambos fueron arrestados en el centro de detención migratorio de Otay. Un juez le permitió a ella salir tres semanas después, asegura, y su proceso continúa, pero su marido fue deportado a México el 10 de octubre.
“Desafortunadamente no le dieron la oportunidad de ir con el juez y pues ahora está en México”, en el estado de Veracruz, comenta Rodríguez
Así vivirá Acción de Gracias esta familia: separada por miles de kilómetros, sin certezas sobre cuándo podrán volver a reunirse.
Rodríguez sabe que la ausencia de su esposo será un golpe duro para la familia, sobre todo por la celebración de Acción de Gracias, que suele ser un momento de reunión familiar en Estados Unidos.
“Este día va a ser un poco triste para nosotros porque mi esposo no va a estar sentado en esa silla como cada año. Él era el que tomaba las fotos, el que le decía a todos ‘muchas gracias por estar aquí, compartir con nosotros’, y va a ser bien triste este año sin él en casa”, lamenta.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) calificó a Esteban Ríos como un “ciudadano mexicano que entró ilegalmente a EE.UU. múltiples veces” y agregó que fue acusado de violencia doméstica y de agresión agravada con arma mortal.
Sin embargo, su familia dice que esto no es verdad.
“Esos cargos no son de mi esposo. Él ha sido una persona buena, no se ha metido nunca en problemas”, indica Luisa.
Estevan Ríos Junior, primer hijo de Esteban y medio hermano de Steve y Ashley, afirma que esos cargos no son de su papá, sino de él.
“Esos cargos me corresponden a mí (…) Somos diferentes personas, de edad obviamente, él se mira ya que está más grande que yo y pues el nombre sí es igual (con la diferencia de la letra ‘v’), pero las fechas de nacimiento no”, asegura Estevan, de 33 años, a CNN.
Agrega que se declaró culpable de ambos cargos y que su sentencia fue de un año de libertad condicional.
CNN consultó al DHS sobre la posible confusión en este caso, pero la agencia estadounidense se mantuvo en su postura.
“Si infringes la ley, incluyendo violencia doméstica y agresión agravada con un arma mortal, enfrentarás las consecuencias. Los extranjeros ilegales que cometen delitos no son bienvenidos en Estados Unidos”, dijo Tricia McLaughlin, portavoz del DHS.
Rodríguez agrega que su esposo enviará sus huellas a los abogados que los están representando con el fin de “compararlas con las huellas de su hijo para que se aclare todo y ver ahí en dónde estamos parados” legalmente.
En tanto, Steve Ríos, de 24 años, se convirtió en el único hombre de la casa y dice que trata de sobrellevar la situación “día por día”.
“Cada día es diferente. Unos días necesito ir a hablar con los abogados, dependiendo qué necesita mi madre con su situación porque eso no ha terminado. Estoy viviendo día por día, cada vez que algo pasa pues ahí estoy para responder”, menciona a CNN.
Al ser ciudadano estadounidense como su hermana Ashley y como su medio hermano Estevan, Steve puede visitar a su papá en México (de hecho, se encontraron en la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana cuando recién deportaron a Esteban), pero está consciente que este Acción de Gracias será un día que no habían vivido antes como familia.
“Va a ser una gran diferencia porque antes teníamos a toda la familia, el ambiente era muy bueno (en Acción de Gracias). Todos hablaban con mi papá, siempre habla, habla mucho, pero esta vez no estoy seguro cómo nos vamos a sentir todos en la casa”, recalca Steve.
La familia se comunica a diario con Esteban a través de mensajes o llamadas, pero a Steve le queda el último recuerdo de su encuentro presencial en Tijuana.
“Cuando fui a Tijuana a mirar a mi papá antes que se trasladara a Veracruz, él me dijo ‘Mi hijo, tú eres mi gallo y yo tengo un gallo muy bueno, así que yo sé que vas a poder cuidar todas las cosas en la casa y tengo mucha confianza en ti’. (Me sentí) orgulloso, muy feliz porque muchos en la vida nunca han escuchado que sus padres digan ‘estoy orgulloso de ti’ o ‘has hecho cosas muy buenas en la vida’, así que me afectó positivamente”, añade el joven de 24 años.
Mario Guevara, periodista salvadoreño que fue detenido en abril mientras cubría una manifestación contra la ofensiva migratoria del Gobierno de Trump y que fue posteriormente deportado el 3 de octubre, es otra de las personas que ha vivido en carne propia el drama de la separación de familias.
Tras vivir décadas en Estados Unidos y formarse una conocida carrera periodística en ese país, ahora reside en su nación de origen, a miles de kilómetros de su esposa e hijos.
“Ha sido un gran reto porque encontré un país diferente, más tráfico, más gente, todo completamente diferente a como yo lo dejé hace 22 años. Sin embargo, lo más difícil ha sido la soledad, porque me encuentro solo en esta casa la mayor parte del tiempo, únicamente me dedico a trabajar”, relata Guevara a CNN.
El sentimiento de soledad es apenas uno de los traumas desencadenados por la separación de familias. También se vive con miedo, ansiedad, angustia y estrés, como ha reportado anteriormente CNN.
Estas consecuencias también se vieron en el primer mandato de Trump al frente de la Casa Blanca, pero la principal diferencia en estos momentos es que la administración estadounidense se está enfocando en los inmigrantes que se encuentran dentro del país, mientras que en el pasado el objetivo eran las personas recién llegadas a la frontera, explica Kate Lincoln-Goldfinch, abogada de inmigración basada en Texas, a CNN.
“En la primera administración de Trump, ellos se estaban enfocados en la frontera, encerrando (a las personas que optaban por la) elegibilidad para asilo y separaron familias (…) Esta vez ellos están enfocados en el esfuerzo de inmigración en el interior y están usando las mismas prácticas que antes. Esta vez ellos lo están haciendo contra personas que tienen niños nacidos y criados en Estados Unidos, que son familias de estatus mezclado, entonces hay comunidades más grandes siendo afectadas por lo que están haciendo”, señala la abogada de Lincoln-Goldfinch Law.
Actualmente, añade Lincoln-Goldfinch, es complejo pelear legalmente los casos de separación de familias porque no hay un esfuerzo judicial a nivel nacional, sino esfuerzos locales, como el proceso que busca liberar a cientos de inmigrantes que fueron detenidos en Chicago durante las redadas migratorias en esa ciudad.
“En varias áreas estamos viendo demandas en corte, pero no tenemos una demanda que aplique en todos los 50 estados diciendo que no podemos quitar un padre de una familia o una madre de una familia, porque realmente los casos y las áreas son muy diferentes”, recalca la experta legal.
Asimismo, otra dificultad en el tema de la separación de familias es que muchas veces se trata de casos que llevaría años pelear, por lo que algunos inmigrantes están decidiendo un regreso voluntario a sus países de origen en lugar de permanecer detenidos durante su proceso, según Lincoln-Goldfinch.
“La mayoría de mis clientes que piden una deportación no es que prefiera salir de Estados Unidos, sino que no aguantan el tiempo en la cárcel esperando el arreglo de su caso. Entonces normalmente lo que yo estoy viendo es que, después de una semana o dos, ellos deciden que ya no más”, asegura la abogada de inmigración.
Guevara, mientras tanto, habla todos los días con su familia que se quedó en Estados Unidos, pero considera que faltan años para que pueda siquiera intentar volver.
“Estamos conscientes de que, por lo menos mientras dure esta administración actual en Estados Unidos, voy a estar separado de mi familia. A menos que un milagro ocurriera, si Dios hiciera un milagro sobrenatural y se revirtiera el fallo y la justicia estadounidense se diera cuenta que estuvo mal lo que hicieron conmigo y que literalmente fue una represalia por mi trabajo y que yo no cometí ningún delito, si eso pasara, pues yo regresaría antes, pero lo más posible es que van a pasar varios años antes de poder regresar a EE.UU. legalmente”, admite el periodista fundador del espacio informativo Noticias MG, que distribuye contenido a través de un sitio web y plataformas de redes sociales.
A Guevara la da “paz” saber que dos de sus hijos, sus hermanos y su mamá pueden viajar a El Salvador para visitarlo, pero su hija mayor y su esposa no, así que la separación de ellas será probablemente la más larga. Pese a ello, se dice afortunado de vivir en libertad, de poder visitar lugares y de seguir ejerciendo el periodismo.
“Todavía no me acostumbro a El Salvador por muchas razones, pero estoy tratando de sobrevivir acá y de seguir haciendo lo que tanto me apasiona que es el periodismo, porque aún desde casa lo estoy haciendo”, finaliza.
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