El último capítulo de la relación Trump-Xi explicado

Una nueva disputa entre los líderes de las dos economías más grandes del mundo se ha intensificado rápidamente. Si los presidentes de EE.UU., Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, no bajan la temperatura pronto, ambas naciones pagarán un precio exorbitante.

Los aranceles altísimos habían paralizado drásticamente el comercio entre ambos países a principios de este año, antes de llegar a una tregua de meses que redujo sustancialmente los gravámenes mutuos.

Pero las tensiones comerciales se han reavivado, y Trump ha amenazado con imponer aranceles a partir del 130 % a las exportaciones chinas a partir del 1 de noviembre, superando el mínimo del 30 % vigente.

Trump también afirmó estar dispuesto a imponer controles de exportación a China sobre lo que denominó “todo software crítico”.

Beijing ha señalado que tomará represalias por todas estas medidas.

El viernes, Trump se mostró confiado en que podría resolver con Xi todos los asuntos amistosamente y declaró a la prensa que aún tiene la intención de reunirse con el líder de China en el marco de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Corea del Sur a finales de este mes.

El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, quien colabora en la dirección de las negociaciones comerciales con China, aseguró el viernes que “la situación se ha calmado” recientemente.

Pero eso fue el viernes. En cualquier momento, la situación podría cambiar.

Entonces ¿cómo llegamos aquí?

A principios de este mes, Beijing anunció planes para restringir las exportaciones de minerales de tierras raras, materiales esenciales para el funcionamiento de una amplia gama de productos electrónicos.

Conforme a las nuevas normas, que entrarán en vigor a finales de este año, se añadieron cinco elementos de tierras raras a la lista de siete exportaciones de este tipo de minerales altamente restringidas por China.

Además, el plan de China exige licencias obligatorias para la tecnología necesaria para la extracción, fundición y procesamiento de tierras raras, así como para la fabricación de imanes.

Los Gobiernos y empresas extranjeros también necesitarían licencias para intercambiar tierras raras de origen chino o tecnología que las contenga.

El Ministerio de Comercio del país dijo que las restricciones tienen como objetivo evitar que los materiales “sean utilizados, directa o indirectamente, en campos militares y otros terrenos sensibles”.

Un día después de que Beijing anunciara esas medidas, Trump dijo en Truth Social: “Nuestra relación con China en los últimos seis meses ha sido muy buena, lo que hace que esta decisión en materia comercial sea aún más sorprendente”.

Continuó diciendo que China ha “acumulado silenciosamente una especie de posición de monopolio” con las tierras raras y calificó las nuevas restricciones como “una medida bastante siniestra y hostil, por decir lo menos”.

El representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, quien ha trabajado en acuerdos comerciales con China junto con Bessent, dijo la semana pasada: “Es un claro repudio a todo lo que hemos estado trabajando durante los últimos seis meses, que era una situación arancelaria estable y un flujo continuo de tierras raras”.

Las acciones de Beijing se produjeron después de una serie de medidas que Washington adoptó y que provocaron la ira de sus homólogos chinos.

Entre ellas se encontraban mayores restricciones a las exportaciones mundiales a gigantes tecnológicos chinos, incluido Huawei, de cualquier parte de productos fabricados con equipos o software estadounidenses.

Un portavoz del Ministerio de Comercio de China calificó la medida anunciada el mes pasado de “extremadamente maliciosa” y agregó que el país “tomaría las medidas necesarias” para proteger los derechos e intereses de sus empresas.

A principios de este mes, la administración Trump también comenzó a gravar a los barcos chinos atracados en puertos estadounidenses, así como a los productos transportados en buques de fabricación china.

Beijing respondió con una tarifa de represalia en sus puertos.

Mientras tanto, hasta hace poco Washington mantenía restricciones extremadamente estrictas a las exportaciones de chips altamente avanzados, con el objetivo de impedir que Beijing hiciera más avances en inteligencia artificial.

Una reunión entre Trump y Xi en la APEC podría ser una oportunidad para resolver sus diferencias cara a cara, en lugar de hacerlo a través de funcionarios estadounidenses y chinos.

Pero la situación podría fácilmente degenerar, distanciando aún más a las dos naciones.

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