El objetivo sería desalentar a padres indocumentados de cruzar con sus niños o de solicitar asilo.
(POLÍTICA PARA MI).- El gobierno del presidente Donald Trump está separando a la fuerza de sus hijos a los inmigrantes que llegan a Estados Unidos sin documentos y en busca de asilo.
Igualmente, cada vez son más las familias inmigrantes que llegan a la frontera sur en busca de asilo y en cambio son acusadas en tribunales penales federales de desde El Paso hasta Arizona.
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Mientras, el Departamento de Seguridad Nacional aísla de sus padres a los hijos de personas que llegan al país en busca de asilo.
El propósito de ambas medida es desalentar a los padres de cruzar ilegalmente con sus niños o intentar solicitar asilo, aseguran activistas de inmigración.
El caso de una mujer brasileña y su hijo ilustra lo que defensores de los derechos de los inmigrantes llaman un enfoque más severo para la aplicación de la ley de inmigración que busca separar a padres e hijos.
La inmigrante brasileña permanece detenida en Texas, mientras su hijo fue llevado a un “refugio” en Illinois.
La madre brasileña, que pidió ser identificada solo como Jocelyn porque huye de la violencia doméstica, ingresó a EE.UU. en agosto pasado con su hijo de 14 años, quien según ella estaba siendo amenazado por las pandillas.
Ella esperaba poder solicitar asilo. En cambio, fue acusada de un delito menor, y su hijo enviado a un refugio en Chicago.
PROCEDIMIENTOS ANTERIORES
Como la de Jocelyn, familias migrantes en el pasado eran generalmente procesadas ante cortes de inmigración. Esas familias son detenidas juntas o liberadas con avisos para comparecer en procedimientos judiciales posteriores.
La Unión Americana de Libertades Civiles, ACLU, presentó una queja legal por el caso de una mujer y su hija de siete años que huyeron de la violencia en la República Democrática del Congo.
Las dos han estado separadas desde hace más de cuatro meses, según la ACLU.
Apenas cuatro días después de llegar a EE.UU., la madre fue enviada al Centro de Detenciones de Otay Mesa en el condado de San Diego, mientras que la niña le fue arrebatada y trasladada a otro centro en Chicago.
Madre e hija hablaron por teléfono unos cinco días después de separarse, pero desde entonces han estado separadas.