Esta cárcel de Perú alberga a solo cuatro reclusos y todos son expresidentes. Así conviven ellos a diario

En el centro histórico de Lima, la capital de Perú se alza una imponente edificación que fue la casa del fundador de Lima, Francisco Pizarro y la de virreyes y, a lo largo de los últimos 500 años, sufrió grandes cambios. Es el Palacio de Gobierno, sede del Ejecutivo y centro de poder. A apenas 20 kilómetros, una construcción menos atractiva, angulosa, amurallada, se extiende por unos 800 metros cuadrados. Es la cárcel de Barbadillo. ¿Qué tienen en común ambas instalaciones? Cuatro nombres que en su momento ostentaron la presidencia y ahora conviven en el menos célebre espacio: la prisión.

Se trata de los expresidentes Alejandro Toledo (2001-2006), Ollanta Humala (2006-2011), Martín Vizcarra (2018-2020) y Pedro Castillo (2021-2022). Todos ellos son protagonistas de una historia que podría parecerse más a la ficción que a la realidad. Y es que no hay otro país en el mundo en el que permanezcan detenidos, a la vez, cuatro exmandatarios en un mismo lugar.

Los cuatro expresidentes han sido sentenciados en primera instancia. Toledo y Ollanta Humala, por casos relacionados a aportes ilegales de la empresa Odebrecht; Vizcarra por actos de corrupción cometidos cuando era gobernador de la región Moquegua, y Pedro Castillo, por el delito de conspiración para una rebelión, tras el fallido golpe de Estado de 2022. Fueron condenados a penas que van de los 11 a los 20 años de prisión. Todos defienden su inocencia.

Un dato que torna la situación incluso más surrealista: estos cuatro expresidentes son los únicos reos alojados en Barbadillo, mientras el resto del sistema penitenciario de Perú enfrenta una situación de hacinamiento. Según cifras oficiales, son más de 103.000 los presos que existen actualmente en las casi 70 cárceles que tiene el país, pese a que la capacidad es tan solo para 41.000 reclusos.

Desde sus inicios, Barbadillo fue la “cárcel de los presidentes”, como hoy se la conoce, y el primer recluso fue Alberto Fujimori. Cuando el expresidente fue extraditado de Chile en 2007, para ser juzgado y posteriormente sentenciado en Perú por crímenes cometidos durante su Gobierno, la gran duda era: ¿qué prisión estaría en condiciones de alojar a un personaje de impacto político?

Fue un “tema histórico”, le cuenta a CNN, José Luis Pérez Guadalupe, exjefe del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), institución encargada de administrar el sistema carcelario en Perú. “No sabían qué hacer, dónde ponerlo, no había la posibilidad de garantizar la integridad de Fujimori dentro de un penal ordinario”, dice Pérez Guadalupe, que fue la máxima autoridad de esta institución entre los años 2011 y 2015.

Así, al interior de la Dirección de Operaciones Especiales de la policía peruana (DIROES) se decidió construir un espacio especial. “Se adecuó un ambiente, prefabricado, y se le puso allí”, dice Pérez Guadalupe, también exministro de Interior. Tiempo después, Fujimori pasó a otro lugar, dentro del mismo local de la DIROES, un edificio que es finalmente lo que hoy constituye la cárcel de Barbadillo.

Durante la gestión de José Luis Pérez Guadalupe, que inició años después de la llegada de Fujimori, el exmandatario era, todavía, el único preso en el lugar. “Había más o menos 17 empleados del INPE asignados a ese penal y el único interno era Fujimori”, por eso “en su momento dijimos que era el preso más caro del Perú”, dice refiriéndose a la cantidad de empleados que había por un recluso. En aquella época el expresidente, quien murió en septiembre 2024 fuera de prisión y tras recibir un indulto, “tenía la libertad de pasearse por todas las instalaciones”, dice el ex jefe del INPE.

El segundo inquilino de Barbadillo llegó muchos años después, en 2017: fue Ollanta Humala. Luego llegaría Pedro Castillo, en 2022, Alejandro Toledo, en 2023 y finalmente Martín Vizcarra, en 2025.

El exjefe del INPE cuenta que, en la época en la que Fujimori era el único interno, la puerta del ambiente que ocupaba no contaba con ninguna medida de seguridad. Fujimori ocupaba una habitación con un baño y una suerte de pequeño comedor con una mesa, donde también recibía a quienes lo visitaban. No había medidas de seguridad para el acceso: él mismo abría y cerraba la celda.

Fuera de ese espacio, pero dentro de Barbadillo, el exgobernante también tenía una biblioteca, un taller de pintura y dos jardines. En uno de ellos construyó una suerte de huerto.

Hoy, la “celda” de Fujimori es ocupada por el expresidente Ollanta Humala y se construyeron tres más similares. Sin embargo, a diferencia de años atrás y dado que ya no hay un solo interno, estos espacios, constituidos por una habitación, un baño y un pequeño comedor, ahora se cierran con una puerta de metal.

“Como cualquier celda de penal, tienen una puerta de metal, un pestillo y un candado”, dice a CNN Javier Llaque, que fue jefe del INPE desde diciembre 2022 hasta abril 2025. “El día que asumí el INPE, el 15 de diciembre”, ese día “en horas de la tarde, como a las 5pm, el juez Checkley, ordenó el internamiento de Pedro (Castillo) por el autogolpe y ese día lo recibimos en la noche”, cuenta Llaque.

Bajo su gestión, tres expresidentes estuvieron presos: Humala, Castillo y Toledo. El exfuncionario explica que el régimen bajo el cual se encuentran los exmandatarios es conocido como “cerrado ordinario”. “Como es régimen ordinario, se les abre la celda a las 7 de la mañana y se cierra a las 6 de la tarde”, dice. “Es un régimen que permite salidas diarias a los patios”.

Explica, además, que Barbadillo en la actualidad está dividido en dos: un espacio donde se encuentran las celdas de Humala y Vizcarra y otro espacio donde están las de Castillo y Toledo. “Está dividido en dos zonas, el pabellón 1, que tiene 2 celdas y digo lo de ‘pabellón’ porque es simbólico; en los penales, normalmente, la división es en pabellones”.

En ese primer pabellón “es donde antes quedaba el cuarto o celda del exinterno Fujimori. Ahora ese cuarto es ocupado por el interno Ollanta Humala”, donde además se encuentra la celda de Martin Vizcarra. “Ellos tienen una zona común, que es como un jardín a donde pueden salir”. En el caso del segundo pabellón, donde se encuentran Toledo y Castillo, también existe un patio o pequeño jardín.

“La verdad es que es un patio que no es de uso frecuente, no es que ellos se desesperen por ir al patio. Más permanecen en sus celdas, que es donde están la mayor parte del día”, dice Llaque sobre los exmandatarios.

Tanto el jardín del primer pabellón, como el del segundo, son espacios donde los exmandatarios podrían cruzarse. Ollanta y Vizcarra, en el primero, y Castillo y Toledo, en el segundo. Sin embargo, no es algo que suela ocurrir, según Llaque.

“Nada impediría que se crucen, pero no se buscan. No es que se busquen para conversar, cada uno vive su propio tema, su propia vida, y no se están buscando de manera constante como ocurre en otros penales. En otros penales los internos tratan de comunicarse constantemente unos con otros”, cuenta el exfuncionario.

Lo mismo confirmó a CNN Wilfredo Pedraza, abogado de Humala. “Con Vizcarra la comunicación es muy básica porque cada uno está ocupado con sus temas”, dijo. En el caso de su defendido, los días se reparten entre las visitas de abogados y familiares, la lectura y la actividad física.

“Trata de mantenerse en buen estado de salud, fundamentalmente haciendo actividad física”, detalló Pedraza. En cuanto a lo que lee, dijo que principalmente son libros de historia, aunque también se informa sobre la actualidad a través de diarios, revistas y radio.

“Él es un político por naturaleza y, como a todo político, le interesa lo que pasa en el país y el mundo. Pero es por un asunto de tener información, no porque tenga interés en participar de política en lo inmediato”, explicó el abogado.

En tanto, resaltó que “aun cuando estamos hablando de un penal que alberga a presidentes, no se trata de espacios en el que tengan privilegios”.

“Es un espacio en el que básicamente tienen una adecuada seguridad. Tiene lo básico, aquello que cualquier preso del Perú debe tener y nada más. No tienen ningún privilegio particular por la condición de expresidentes”, aseguró Pedraza

CNN contactó a los abogados de los otros tres expresidentes para obtener comentarios.

Cada una de las cuatro celdas que existen en Barbadillo tienen 3 ambientes: un dormitorio, un baño y un pequeño comedor donde cada expresidente se alimenta y también recibe visitas. En este espacio también cuentan con artefactos eléctricos. “Sí, se les permite, es con autorización. El Consejo Técnico se reúne y autoriza el uso de este tipo de artefactos que son un hervidor y una pequeña cocina eléctrica, para que puedan cocinar”, explica Llaque.

Además, cada celda cuenta, según el exfuncionario, con un pequeño televisor donde los expresidentes pueden ver canales de señal abierta. “Tienen un televisor en su ambiente, se enteran de la vida diaria del mundo, están informados”. El acceso a internet está prohibido.

Las cuatro celdas se cierran con una puerta de metal, cerrojo y candado, todos los días a las 6 de la tarde, y vuelven a abrirse a las 7 de la mañana del día siguiente.

Según el código penal peruano, las comunicaciones son un derecho de toda persona privada de su libertad. Por eso, como ocurre en otros penales del país, en Barbadillo también existen teléfonos públicos, dos en este caso, uno para cada uno de los pabellones. Llaque recuerda que ambos teléfonos fueron instalados por mandato judicial.

Sin embargo, Pérez Guadalupe cuenta que, en la época en la que Fujimori se encontraba preso, hizo una llamada no permitida. “Una vez, cometió una infracción de llamar a un medio de comunicación” y tuvo una sanción. “Más o menos estuvo como dos años sin poder usar el teléfono público” que fue retirado del penal. Después de eso, Fujimori “me metió una denuncia”, dice Pérez Guadalupe.

Además de los dos jardines, que constituyen áreas comunes, “hay un tópico” y un “servicio médico que se instaló por mandato del juez para Fujimori por su estado de salud y quedó de manera permanente para los otros internos”. También existe una zona donde los abogados de los reclusos se reúnen con ellos.

Llaque asegura que los controles de seguridad de lo que entra y sale de Barbadillo son extremos. “Existe sumo cuidado, para cada visita, para cada objeto que ingrese. Porque colegas, por ejemplo, quieren entrevistarlos por escrito, por lo tanto, la documentación que ingresa es revisada, la que sale también. No se crea que ellos están, como alguna vez alguien se atrevió a decir, que están mejor adentro que afuera, eso lo descarto absolutamente”.

Si bien Fujimori, al igual que todos los expresidentes que se encuentran actualmente en Barbadillo, recibía la “paila”, como se le conoce en Perú a la comida que se prepara a diario para los reclusos, el exmandatario también hacíaa sus propios platos. “A él le gustaba cocinar, aparte tenía sus productos. Él comía mucho pescado, le llevaban comida especial que él cocinaba”, cuenta Pérez Guadalupe.

Lo mismo ocurre en el caso de los otros expresidentes hoy presos que también reciben la misma comida que los reclusos de otros penales, pero además pueden cocinar ellos mismos. El almuerzo de los exmandatarios “viene de la paila, o sea no hay una excepción, no existe un concesionario que cocine en este penal. Pero pueden ellos mejorar su alimentación con esta cocina que tienen”, y con lo que “sus visitas les lleven”. En Perú, cada recluso, incluidos los expresidentes, recibe tres comidas diarias en las que se gasta un total “7 soles al día”, dice Llaque (aproximadamente US$ 2).

Así pasan sus días estos cuatro expresidentes. A excepción de Pedro Castillo, todos han apelado a sus sentencias en primera instancia. Aunque los cargos que ocuparon les permiten un encierro distinto al de los presos en el resto de las cárceles del Perú, que se encuentran casi al triple de su aforo, lo cierto es que, según Llaque, Barbadillo está “al 100%” de su capacidad, aunque “si hay necesidad urgente, no dudo que adaptarán y luego se procederá a terminar el segundo piso para albergar a quien se necesite”.

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