Las cambiantes justificaciones de Trump sobre Venezuela y los ataques contra embarcaciones en el Caribe

Las entrevistas publicadas recientemente a Susie Wiles en Vanity Fair son notables por múltiples razones. Pero quizá lo más relevante sea lo que la secretaria general de la Casa Blanca dijo sobre Venezuela.

Al fin y al cabo, se trata de matar personas en alta mar y de la posibilidad de ir a la guerra con otro país. Y Wiles sugirió que el Gobierno ha ocultado sus verdaderas motivaciones.

“Quiere seguir volando embarcaciones hasta que [Nicolás] Maduro se rinda”, dijo Wiles al referirse a Trump.

Eso no es lo que el Gobierno ha dicho públicamente sobre sus ataques contra supuestas embarcaciones vinculadas al narcotráfico. Ha dicho que esos ataques tienen como objetivo impedir que las drogas lleguen a Estados Unidos, no ejercer presión sobre Maduro. Y ha eludido en gran medida el concepto de cambio de régimen en Venezuela, incluso cuando el presidente Donald Trump ha dicho que los días del presidente “están contados”.

Sin embargo, aquí estaba Wiles, ya a principios de noviembre, diciendo que todo estaba relacionado y que en realidad se trataba de someter a Maduro.

Los cambios en las justificaciones del Gobierno no son un asunto menor. No hay que remontarse muy atrás para ver lo desastroso que puede ser llevar a Estados Unidos a la guerra con falsos pretextos.

De hecho, los dichos de Wiles no fueron los únicos cambio que surgieron en los comentarios de la administración esta semana.

Repasemos los ejemplos clave de esta retórica cambiante.

El Gobierno ha insistido en que los ataques contra embarcaciones, que muchos expertos consideran ilegales, tienen como objetivo proteger a los estadounidenses del flagelo de las drogas. Ha calificado a sus objetivos como “narco-terroristas” y los ha considerado merecedores de ejecuciones sumarias sin debido proceso.

“Que esto sirva de aviso a cualquiera que esté pensando en introducir drogas en Estados Unidos de América”, dijo Trump cuando publicó el vídeo de los primeros ataques a principios de septiembre. “¡CUIDADO!”.

Una semana después, Fox News preguntó al secretario de Defensa, Pete Hegseth, cuál era la misión.

“El interés nacional fundamental, la seguridad del pueblo estadounidense, detener los asesinatos, detener el envenenamiento del pueblo estadounidense”, dijo Hegseth. “Es así de simple”.

La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que se trataba de drogas y de “asegurar nuestras fronteras marítimas”.

El comentario de Wiles a Vanity Fair le dio un giro muy diferente a esto.

“Quiere seguir volando embarcaciones hasta que Maduro se rinda”, dijo Wiles. “Y personas mucho más inteligentes que yo dicen que lo hará”.

Si vas a matar de forma rápida y directa a personas, es mejor que sepas mucho sobre ellas.

Pero cuando se trata del ataque del que más sabemos, el primero, el Gobierno ha tenido dificultades para dar una versión consistente.

Pero al día siguiente, Trump dijo que se dirigía a Estados Unidos, mientras que Rubio modificó su comentario para decir que “se dirigía, eventualmente, hacia Estados Unidos”.

Avancemos rápidamente hasta este mes. Tras conocerse la noticia de que este primer ataque dejó sobrevivientes que posteriormente fueron asesinados, un posible crimen de guerra, el Gobierno se vio obligado a dar explicaciones. CNN informó que el funcionario militar que supervisó la misión, el almirante Frank “Mitch” Bradley, dijo a legisladores en sesiones informativas que la embarcación en realidad se dirigía a otro destino. Dijo que iba a encontrarse con un buque más grande que se dirigía a Surinam, otro país de la costa norte de Sudamérica.

Eso es muy importante. Y no solo porque sugiere que la administración no sabía realmente o no contó toda la historia sobre esa embarcación, sino también porque Surinam es generalmente un país de tránsito para las drogas que se dirigen a Europa, no a Estados Unidos.

Al igual que con los ataques marítimos, el Gobierno sostuvo inicialmente que su campaña de presión contra Venezuela, incluidas las reiteradas amenazas de Trump de ataques terrestres, estaba orientada a combatir el narcotráfico.

Pero había un problema con eso, y es que Venezuela es un actor bastante pequeño en el juego del tráfico de drogas, al menos en comparación con sus vecinos. Si tu objetivo es realmente las drogas, no tiene mucho sentido centrarse primero en Venezuela.

También en este caso, los nuevos acontecimientos y los comentarios de la administración socavan ese argumento. Y esta vez, no se trata solo de Wiles.

El Gobierno ha señalado alternativamente que Venezuela envía criminales y “malas personas” a Estados Unidos. Hace dos semanas, Trump citó cómo Venezuela había “enviado asesinos, homicidas… narcotraficantes de alto nivel… [y] pandilleros y personas de sus instituciones psiquiátricas”.

Y después de restar importancia inicialmente a otras motivaciones como el petróleo y el cambio de régimen, ahora el Gobierno parece estar reconociéndolas.

Por ejemplo, después de que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, sugiriera el mes pasado que en realidad se trataba del petróleo, un portavoz del Departamento de Estado enfatizó las “operaciones antidrogas en el Caribe y el compromiso de proteger a los estadounidenses del veneno mortal del régimen de Maduro”.

Pero en las semanas siguientes, el Gobierno incautó un barco petrolero frente a las costas de Venezuela. Y ahora Trump y otros funcionarios hablan con frecuencia del petróleo.

El martes, el presidente escribió en Truth Social que su objetivo era recuperar “el petróleo, las tierras y otros activos que anteriormente nos robaron”. (Al parecer, se refería a cuando Venezuela, hace décadas, nacionalizó una industria petrolera que Estados Unidos y otros países ayudaron a crear).

“Nos quitaron nuestros derechos petroleros”, añadió Trump en otro momento. “Teníamos mucho petróleo allí. Como saben, expulsaron a nuestras empresas y lo queremos de vuelta”.

De forma similar, también ha habido una evolución en la manera en que el Gobierno habla sobre un posible cambio de régimen.

Rubio y Hegseth evitaron responder directamente a esa pregunta cuando se les planteó a principios de este año y tras el primer ataque, respectivamente. Otros funcionarios también se negaron a adoptar una posición clara.

Pero Trump inicialmente restó importancia a este objetivo.

El 5 de septiembre, al hablar de un cambio de régimen, dijo: “No estamos hablando de eso”.

El 18 de septiembre, dijo que no había discusiones sobre un posible cambio de régimen en Venezuela.

Pero el comentario de Wiles indica que, apenas un mes y medio después, ese era básicamente el objetivo.

Y Trump reforzó esa idea en una entrevista con Politico este mes. Cuando se le preguntó si quería ver a Maduro fuera, Trump respondió: “Sus días están contados”.

En lo que respecta a cuestiones como el cambio de régimen, es muy posible que los objetivos del Gobierno hayan cambiado con el tiempo. Pero un escéptico podría sugerir que la administración ha ocultado sus objetivos porque no han sido populares. Después de todo, “cambio de régimen” sigue teniendo connotaciones negativas en la política estadounidense, y una “guerra por petróleo” podría ser aún menos aceptada.

“Detener las drogas” suena mucho mejor desde el punto de vista político, en la medida en que ese argumento pueda sostenerse.

Dos encuestas recientes muestran que los ataques a embarcaciones son muy impopulares. Y una encuesta de la Universidad de Quinnipiac realizada el miércoles mostró que los votantes se oponían a la acción militar en Venezuela por un 63 % frente a un 25 %.

Está claro que el Gobierno ha hecho un mal trabajo al intentar vender ambas cosas. Y gran parte de ello se debe a la falta de transparencia y de mensajes coherentes.

A Trump le gusta lanzar cosas contra la pared y lo hace habitualmente. Pero esa es una forma terrible de construir un argumento a favor de la guerra.

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