¿Diálogo o guerra? Los precandidatos no se pusieron de acuerdo sobre cómo combatir las amenazas que enfrenta el país.
Los Ángeles, (ENTRAVISION).- Durante el segundo pre-debate y el debate principal entre los aspirantes presidenciales por el partido republicano, dos cosas quedaron claras: ninguno - salvo Donald Trump cree que el empresario es capaz de dirigir al país en política internacional y todos están divididos entre mantener a rusos e iraníes como aliados y adoptar una postura más agresiva.
El debate, transmitido anoche por CNN, arrancó cuestionando a Donald Trump sobre su habilidad para entablar un diálogo racional con líderes iraníes y rusos, en especial el presidente Vladimir Putin. Los diez precandidatos presentes externaron que no confiarían en él para llevar a cabo negociaciones con líderes internacionales y Trump no logró convencerlos de lo contrario.
¿DIPLOMACIA O GUERRA?
Por otra parte, no pudieron ponerse de acuerdo de la misma manera sobre si la mejor forma de lidiar con estos poderes mundiales era estableciendo relaciones con ellos o presionándolos con advertencias más agresivas.
Jeb Bush, exogbernador de Florida, y John Kasich, gobernador de Ohio, a pesar de estar en contra del acuerdo nuclear con Irán al que llegó la administración del presidente Barack Obama, coincidieron en que es mejor mantener un dialogo abierto con los adversarios del país. Somos más fuertes cuando trabajamos con ellos dijo Kasich.
Por el contrario, Carly Fiorina, la exdirectora de Hewlett Packard, enfatizó que es necesario reforzar el rol de líder que Estados Unidos debe tener en el mundo y para hacerlo propuso aumentar y fortalecer el ejército. Necesitamos tener el ejército más fuerte en el planeta y que todos lo sepan, concluyó la precandidata.
Cabe mencionar que ante la pregunta específica de qué harían sobre Rusia, "la amenaza más grande que enfrenta Estados Unidos", la única que pudo dar una respuesta concreta fue Fiorina. Trump tomó su tiempo para repetir una y otra vez que su solución era "llevarse bien con Putin" y Marco Rubio, quien demostró tener mucho más dominio del tema que el empresario, dedicó todo su tiempo a explicar qué estaba haciendo mal Obama y no a lo que haría el.