Que los mercados esperaban un triunfo del partido del presidente de Argentina, Javier Milei, en las elecciones de mitad de mandato, no es una novedad. El Gobierno agitó durante toda la campaña el fantasma de un regreso de la oposición, sobre todo del peronismo, como el peor de los males para el futuro de la economía y también de los sectores financieros. El slogan que Milei eligió para cerrar sus avisos proselitistas en medios de comunicación y redes sociales iba en esa clara dirección: “La libertad avanza o Argentina retrocede”.
A todo ese clima se le sumó el apoyo condicionado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que aseguró que no seguiría siendo generoso con Argentina si su aliado perdía las elecciones.
Fuera de este contexto, el de Milei sigue siendo visto como un Gobierno pro mercado, por su discurso y algunas de sus políticas, como el plan de desregulaciones, la apertura económica y el retiro del Estado en favor de la circulación libre del capital. La contracara que representa la oposición más competitiva hacía prever además una lógica satisfacción —cuanto menos un alivio— por los resultados que obtuvo La Libertad Avanza el fin de semana. Además, el éxito electoral mantiene en pie los resortes necesarios para encarar las reformas que el mercado le exige al presidente argentino.
Durante el día después de los comicios, la cotización del dólar en el mercado oficial perforó los 1.400 pesos, después de haber superado los 1.500 el viernes preelectoral. Es decir, bajó más de 100 pesos en las primeras horas del lunes, mientras que el Mercado de Valores (S&P Merval) tuvo un crecimiento del 22 % entre el último día antes de la votación y las primeras ruedas de esta semana.
Los bonos soberanos de la deuda operaron también con una fuerte alza después de la victoria de Milei. Llegaron a tener subas del 24 %, al mismo tiempo que las acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street (ADR) se dispararon un 48 %. Y el riesgo país, índice elaborado por JP Morgan que mide la diferencia de tasa que pagan los títulos locales comparados con los de Estados Unidos, considerados los más seguros del mundo, retrocedió casi 40 % hasta los 652 puntos básicos, volviendo a niveles de mayo. Es cierto que algunas de estas subas se moderaron con el correr de las horas, pero la tendencia positiva no se alteró.
“Dime qué políticas económicas vas a seguir y te diré cuál será la dinámica de los activos”, resume Ricardo Delgado, economista y presidente de la consultora Analytica. Algo parecido observa Alejandro Vanoli, expresidente del Banco Central de la República Argentina: “El mercado quiere ver cuál es la reacción que va a tener el Gobierno y qué estrategia hacia adelante, para ver si realmente se puede consolidar un cierto boom, que permita que baje el riesgo país y en algún momento del año que viene Argentina pueda salir a los mercados, o si es meramente un rebote de corto plazo. Y eso va a depender de la sustentabilidad política del Gobierno y que tenga un esquema cambiario que se pueda mantener”.
Para entender el tamaño de la expansión del mercado por estas horas, Delgado recuerda que “las acciones recuperaron en un día lo que perdieron durante todo el año”. Y agrega un dato clave para entender qué puede pasar: “Que las empresas argentinas valgan más o menos va a depender de la macro en la cual se insertan”. En ese sentido, los especialistas consideran fundamental que Argentina comience un período de compra de dólares, para incrementar las reservas y dar señales de previsibilidad al mercado. “Hay todavía desarreglos en el esquema monetario y cambiario que hacen difícil proyectar una valoración sistémica de las acciones y los bonos soberanos de la deuda”, concluye Delgado.
Para el periodista del diario El Cronista, Mariano Gorodisch, lo que sucedió en estas horas no dejan de ser buenas noticias. “Es un rally alcista en bonos y acciones. Y lo más importante es que baja mucho el riesgo país, una condición esencial para que Argentina vuelva a los mercados de deuda. Para el mercado fue importante el triunfo de Milei, más que por la victoria del gobierno, sino por el riesgo de que vieran un posible regreso del kirchnerismo en 2027. Con este resultado, se disipan todas las dudas”.
Desde la la Confederación General Empresaria de la República Argentina, no observan que un furor en el mercado de capitales se traduzca de alguna manera en una mejora de la actividad económica. Marcelo Fernández, su presidente, así lo dice: “No tiene nada que ver, ese boom puede ser financiero, pero no es productivo y laboral. Eso puede servir para especular, ganar dinero a través de la compra venta de divisas, bonos, acciones. Pero el mercado interno no está funcionando, por la baja del poder adquisitivo del salario y la facilitación de importaciones pública y notoria que ha sido una política del Gobierno. Así que no creo que tenga nada que ver para la mejora de los sectores productivos, sobre todo los industriales”.
El desafío sobre la economía real está planteado. Existe un presunto divorcio entre la espiralización de los mercados y la dinámica cotidiana de los sectores productivos, que ven caer el ritmo de la economía desde mayo. Según el último informe sobre el nivel de actividad publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), correspondiente al segundo trimestre de 2025, la economía se contrajo 0,1 % con respecto al trimestre anterior. Argentina quedó de esta manera a las puertas de una recesión, si es que durante el tercer trimestre no mejoraron las estadísticas. De acuerdo con los datos preliminares que aporta el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), julio fue un mes de contracción, mientras que agosto arrojó una leve suba que no alcanzaría a impedir una nueva fase recesiva del ciclo económico.
Entre este boom precoz de un mercado exultante por la victoria de Milei y la reactivación de la economía argentina, hay una distancia que alerta a todos los sectores y flota la incertidumbre de cuándo se podrá zanjar. Si es que eso sucede en algún momento.
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